El invovoz cae lentamente en un pozo insondable, su pesar es plomo que le oprime el pecho. Su dolor es de lanceta que se clava en el sobrecejo, en los puños y el estómago… Las lágrimas de sus ojos lo ahogan y ciegan, así se nublan poco a poco los sentidos. Subido en el dolor se mece en los bordes de la locura y allí se pierde en los corredores ceñidos de la mente.
--> Medita para bajarse y buscar horizontes más placenteros. Decide que en el crisol de los limbos fundirá la realidad y el sueño y de su caótica mezcla, en la marmita de su boca nacerá una nueva esperanza.
En el fondo de los ojos se ha apagado la luz, ahora se refleja el alma en sus pupilas dilatadas y con ella tiñe el mundo de una situación desconocida, algunas veces candorosa, otras desamparada. Se ha despertado en él una risa seca, espantada, incontinente; sus labios se han contraído y el color de su piel es ahora pergamino enjuto. En estas condiciones se dispone a restaurar su vida ya que en el hueco de su mente han quedado ecos persistentes...
Así escucha permanentemente y canta...
¡hay que luchar para estar vivo!
I cunana.
Ay chiquita como ríes
Que cálida es hoy tu boca
Toma un granito de mijo
Dame esperanza en la aurora
Ay chiquita como miras
Es puro placer tu canto
Dame en el sueño albero
Los caminos bien trazados
Ya viene el día ya vienen
Los resplandores del sol
Tu luz de luna ardorosa
Me ofrece labios en flor
Toma mi mano salina
Escucha bien las cunanas
Deja que la lluvia traiga
Las mujeres de mañana
Ay chiquita como hablas
Que ardorosa es hoy tu voz
Tomas los días de ensueño
El camino es de dolor
Ya tienes bruma en la boca
Luz asombrosa en la voz
Tus manos de salvadora
Te llamaré Concepción
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