viernes, 12 de junio de 2009

Ahuyento las tinieblas 11-6-09

El escarabajo pelotero.

La observación del "escarabajo pelotero", su conducta, su sistema de reproducción, las coincidencias misteriosas en los procesos solares y el desarrollo de su vida, son las que desprenden características simbólicas especiales. Este animal tenía un lugar destacado en las creencias religiosas de los antiguos egipcios, lo consideraban un símbolo de resurrección y vida eterna y lo equiparaban al dios: Jepri; el dios Sol, “el autocreado”. Era el símbolo de la vida eterna y la imagen de constante transformación… Los egipcios asignaron a los escarabajos las propiedades simbólicas de la renovación y la resurrección eterna y lo vincularon con el dios que ya he anunciado. ("el que llega a ser" o "aquel que renace por sí mismo"). Este aspecto lo estoy comprobando cada día en mis acciones ante la salida del sol. El sol se consume lentamente y en nuestra corta existencia tenemos la percepción de que es inmortal en su trayecto estelar.
Se suponía que el escarabajo no se reproducía con hembra alguna, él depositaba la semilla germinal dentro de la pelota de estiércol y de allí “resucitaba” joven y eterno. Por estas cualidades de resurrección, los antiguos egipcios lo ubicaban en el pecho de los muertos ya momificados. En el lugar del corazón encontraban su templo, el lugar para devolver la vida al difunto. Solían ser de materiales perdurables y en algunas ocasiones ponían en su lugar la imagen de Jepri. Otra de las alusiones importantes que segrega la conducta de este coleóptero es que arrastra su cría, su huevo de resurrección. Es como un sarcófago sagrado con forma esférica. En su operación, con la patas traseras busca el eje transversal de la pelota y lo lleva hacia poniente, siempre siguiendo el trayecto del sol- Seguramente busca la manera de calentar el “nido huevo”, beber del sol para retornar a la vida. Sus características dicen mucho en el momento de desplegar su lectura simbólica. Es oscuro y brillante, tiene reflejos dorados, algunos son tan preciosos que se les llama “las joyas de la naturaleza” Los escarabajos forman la variedad más abundante de todas las especies vivas, se han contabilizado más de 350.000 diferentes. Todo ello hace de este animal una caja de misterio. Vive en ecosistemas muy heterogéneos, pero casi siempre entre piedras húmedas, en las zonas putrefactas, en las bodegas, en las tumbas y en general en las zonas poco limpias. Su oscuridad se puede asociar al trayecto nocturno del sol, por consecuencia se cree que él es el que transporta el sol por el inframundo y lo hace renacer cada día. Su color oscuro, el hecho de llevar la vida larvada en el estiércol, de relacionarlo con la muerte y la noche, hacen de su imagen un encuentro con algo sagrado. Conlleva una connotación temerosa, relacionada con el misterio de lo desconocido, lo oscuro, valores que anuncian lo terrible del devenir. No obstante los antiguos egipcios lo consideraba un animal protector; representaba la vida y la inmortalidad. También lo relacionaban con la creación, la reproducción, la virilidad, la sabiduría, la renovación, la resurrección…
Cuando el cristianismo se difundió entre el pueblo egipcio, los cristianos coptos asimilaron muchos de los símbolos antiguos, entre ellos la cruz con asa y también el contenido misterioso de la inmortal figura de Jepri, asimilándolo metafóricamente a Jesucristo, “el buen escarabajo”. Cuando se dice “bueno” se toma en consideración el separarse de lo malo, se diferencia claramente el bien y el mal. Según la creencia, Jesús fue fruto de la resurrección, como el escarabajo, pero representando la luz, la emergencia del nacimiento de una nueva vida basada en lo luminoso. En la época medieval se le llamaba en algunas ocasiones "bonus scarabaeus" expresión en alusión a Cristo resucitado. Lo que quiere decirnos que había escarabajos no tan buenos, o bien que representaban especialmente el mundo de las tinieblas.
En época moderna la figura del escarabajo no ha sido muy valorada, pero basta recordar la narración de Edgar Allan Poe, El escarabajo de oro, la novela negra de Richard Marsh, El escarabajo andrógino, el coche que Adolf Hitler hizo diseñar para las clases obreras y el nombre de Los Beatles…
Antes de llegar a Jesús, creo que el mito y su valor simbólico pasa por la transformación de la “pelota huevo” del escarabajo al “huevo tumba” de Fénix. Es posible que los dos mitos antiguos fueran coetáneos, con mayor o menor influencia en según que zonas. Sin duda estamos ante una fantástica leyenda que ha alimentado las doctrinas y la supervivencia de concepciones religiosas de muchas culturas. La resurrección es una dosis de esperanza que ahora la podemos encontrar en La Comella, (Tarragona) allí nace Fénix cada día.
!Buenos días amor, buenos días!

Fénix, el escarabajo pelotero y el concepto de renacimiento que hereda el cristianismo.

Preámbulo
Aquí quiero dejar expuesta una idea que espero que alguien con más conocimiento y con mas tiempo que el que tengo yo la desarrolle con habilidad y capacidad seductora, creo que merece la pena esclarecer los símbolos de nuestro pasado y refundarlos en el presente. En la historia de las religiones y mitologías se han creado relaciones simbólicas entre diferentes figuras de carácter sagrado. En ocasiones las cualidades de determinado animal, planta, piedra o montaña, sirve para encontrar explicación al misterio generado por una situación inexplicable. Cuando se encuentra un nexo común entre las relaciones creadas entre pequeños fenómenos observables y grandes acontecimientos inexplicables y se repara que esa es la clave para salir del enigma, para apoyar las ideas, aliviar el desasosiego y la incertidumbre, la conclusión nos llena de asombro y tenemos la impresión de que hemos sido asistidos por una conclusión inspirada. En este caso quiero desarrollar el feliz encuentro simbólico entre el escarabajo pelotero, el ave Fénix y la imagen de la resurrección de Jesús. Todo ello para entender el nacimiento del sol como la autentica resurrección, ya que en los brazos de la aurora nada es igual bajo las vigas del cielo. El cambio continuo de los acontecimientos, unidos a los ciclos que nos expone, nos hace sentir renacidos entre las brumas del alba, ¡cada día!. Este es el trabajo que estoy desarrollando bajo la idea de Fénix o La Ciudad del sol.
Antes de llegar a ninguna conclusión al respecto del renacimiento, empiezo negando el principio de fe y afirmando el valor de la voluntad. Fénix está en los efectos de la aurora, en los cambios que nos somete cada día, ahí está su autentico renacimiento. Renacemos porque somos parte de la vida y en ella encontramos el lecho de la muerte y la transformación posible en otra forma de vida. Sobre el tema del alma ya entraré a hablar de ello, es el trabajo oculto en muchas de mis esculturas.

Fénix o la Ciudad del Sol

La leyenda de Fénix la nombran Luciano, Ovidio y Séneca entre otros escritores romanos. Para Claudio Claudiano, el último de los grandes poetas romanos, S. IV después de Cristo, "es un ave igual a los dioses celestes, compite con las estrellas en su forma de vida y en la duración de su existencia, vence el curso del tiempo con el renacer de sus miembros. No sacia su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna". Habita en un lugar distante, seguramente en oriente que es el lugar de la bienaventuranza y donde dicen estuvo el paraíso. Quizá su morada pueda ser las riberas del Nilo, el viejo país de Horus. Fénix es un ave que se funde con el sol y es el rey de todas las aves como son las águilas. Es de enorme tamaño, cuyas plumas de oro bañadas de rojos y anaranjados la distinguen de las demás aves. Su plumaje es de un rojo encendido como el azafrán, cubre sus hombros, pecho, cabeza y cuello con los rayos del sol. Lo que más sobresale en su  hermosura es la cresta que lleva en la cabeza; dos plumas alargadas terminadas con una estrella de luz potente que alumbra las tinieblas. Claudio Claudiano aporta una mirada moderna y poética al mito y  lo compara con dos jacintos azules, de los que sale una llama, con los que canta y saluda al sol. 

Su alusión a las águilas es posiblemente a que los romanos hacían servir el águila como símbolo imperial y de ellos se ha difundido en la imaginería occidental y en la mayoría de los imperios creados en Europa, pero en la antigüedad es rara la alusión de Fénix con la forma de este animal.