martes, 4 de agosto de 2009

Jácara V

Con una cornalera bífida ahuyento las tinieblas. 4-8-09

Poco a poco te abandonas, descansas sobre mí.
Padre yo te llevo, ya eres luz de amanecer.
En el camino, eres viento de noche.
En la hierba, eres rocío de la mañana.
En la oscuridad, eres lucero del alba.
¡Padre yo te llevo a la Ciudad del sol!

Allá duermes, en la lejanía descansas,
donde cada día germina la flor de la tierra.
Donde nace el perfume de la aurora
y el cielo viste el color del paraíso.

Ya todo es memoria bajo una mancha oscura.
Una danza interminable entre partículas.
Una puerta de plomo sin postigo, ¡sin retorno!

¡Padre yo te llevo a la Ciudad del sol!
Cargado sobre mi, yo te llevo.
Eres carga liviana de eternidad.

Respira hondo, tu aliento es marchito;
¡cógete a mí, mi mano es fuerte!
¡Mira de frente el nuevo día!
¡…pide un deseo de ensueño!
¡todo se cumple en este instante!

Soy enérgico, puedo pasar la colina.
Marchar a buen paso sobre las tierras planas.
Para llegar a la metrópoli que viste el velo perenne.
Allí podremos sentirnos renacidos.
Descansar en la confianza
de que nacemos de la bruma
y nos convertimos en bruma.

Andaremos por los robledales, los hayedos y castaños.
Pasaremos ante la piedra del socorro,
el pozo del dolor y las rocas sin nombre;
las que calienta el sol y el alba tiñe de colores.
Sortearemos las simas, los abismos, las barrancas.
Asustados, presurosos, resueltos;

¡marcharemos!

Todos nos preguntarán al paso.
En un tono histrión, cómico y ya conocido…

- –¿adonde vais almas en pena,
adonde vais almas perdidas?–

Vamos a la Ciudad del sol,
¡llevo sobre mí los restos de mi padre!

Es tarde y estoy cansado, abatido.
Me crujen los huesos como ramas secas.
Pero soy fuerte y puedo derribar las murallas con los ojos.
Ando firme sobre la roca, en el pedestal del templo.
Se que mañana descansaré sobre los hombros de mi hijo.
Templo de acero que espera ser templado.

La carga es liviana y empieza a clarear la aurora.
Los perros ladran en los corrales.
Los pájaros le cantan al nuevo día.
Los gallos hacen sonar las trompetas.
Las luces del valle son luciérnagas que se extinguen.
¡buenos días amor, buenos días!