domingo, 23 de agosto de 2009

El viaje


Elevo los brazos y te escucho, ahora lo necesito; el camino se ha hecho un pedregal difícil. Para oírte tengo los pies sobre el especulo; !por los pies entra la luz que tú le ofreces! 23-8-09

El aliento vital, la vida, el espíritu, es aire perfumado o putrefacto que tomamos en el camino. Aquello que hacemos, nuestros pensamientos, es la obra al final del trayecto. Somos lo que hacemos, no lo que decimos y queremos ser.

Cada día estás más cerca, eres el relog del los tiempos. 23-8-09
Fénix o la Ciudad del sol
se ha de entender como un relato de ficción que transforma el pensamiento, también como un episodio que sólo transcurre en la mente, un gran viaje de iniciación y una aventura sin moverse del lugar... El oficiante, es decir yo, presenta una simbiosis posible entre el éxodo como forma de renacer y la voluntad como forma de transformarse. En definitiva, se trata de experimentar un trayecto vital y esperanzador que ha de marcar nuevos tramos en el camino de la existencia.

Recurrir al mito como recurso literario ha sido una solución para entrar y salir de la vida y de la muerte y poderlo hacer desde un paradigma actual; a su vez, presentar el lenguaje de la naturaleza como el escenario donde crece, vive y se desarrolla la realidad estética. El viaje, la experiencia conseguida, es lo que ha de definirme después como individuo al desplegarse en la vida el trayecto espiritual recorrido. Las jácaras describen el viaje a la ciudad del sol donde se utilizan expresiones cargadas de dolor, corage y esperanza y pasan por escenarios naturales de gran belleza. Los salmos relatan el viaje de regreso a la materia, las antífonas la experiencia en la venida a la vida y el gozo del descubrimiento del fermento del mundo y las
cunanas el canto que adiestra la mente de un niño. Estos capítulos están todavía en la primera fase de elaboración.
El camino como idea ha sido un tema recurrido, Kim de Rudyard Kipling, es un buen ejemplo. El camino de la vida, la carretera que atraviesa la India, configura la experiencia más extraordinaria en la formación de un niño, !es su vida! La fase final y el encuentro de la fuente de la vida, es de un poder evocador inagotable. El poeta Kavafis en Ítaca presenta el gozo del camino como el transitar de la vida y la llegada al destino, a Ítaca, como el final de la misma. Este recurso metafórico, el camino, no es nuevo ni lo será nunca, los poemas homéricos, La Odisea, y On the Road, la novela que el célebre escritor norteamericano Jack Kerouac (1922-1969), son un buen ejemplo.
Cada persona experimenta el recorrido de la vida con especial fruición, es como un paisaje que atravesamos en una sola dirección, una singladura única y extraordinaria. De hecho, el hombre siempre está bordeado por las circunstancias de su trayecto, a cuyo final, con dolor o con placer, se acerca inexorablemente. De repente, un buen día descubre su destino y aunque busque nuevas direcciones, ve que ya ha realizado el trayecto; allí quedará prisionero de sus incertidumbres y limitaciones, varado entre las sombras del alba. Ya no le quedarán fuerzas para seguir, !el viaje ha terminado!
El destino siempre es dibujado entre el azar y el itinerario que escogemos y, al fin, hacemos camino con la luz de nuestro pensamiento y con la energía personal que disponemos. Construimos la mirada del mundo con la experiencia del trayecto, en realidad ésta es la fortuna que nos corresponde y el dolor que cosechamos. La vida es una ofrenda llena de caminos y cada persona escoge, casi siempre al azar, aquél que cree más oportuno. En ocasiones, el destino nos cae encima como una herencia insoslayable.
Al final, sólo hay un camino personal, observado, sentido, disfrutado, ¡orlado de dolor!

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