sábado, 4 de julio de 2009

Una piedra fascinada

Entre los dedos pasan los rayos del sol. 4-7-09

Miro el sol de cara, él me dicta un relato prodigioso. Soy una piedra fascinada en los albores del día, una caja atravesada por cuantos de luz, –me digo – Soy una campana que cimbra y se emociona con caricias no sensibles, con canciones inaudibles. En el centro de mi mente resuena la memoria de millones de años, lo confirmo al abrir los dedos y ser atravesado por una lluvia fina de rayos de colores.
En los impulsos del corazón se manifiesta la inercia de la complejidad y se mueve el latido misterioso del mundo. No estoy aislado de nada, bajo ninguna circunstancia estoy escindido de los procesos naturales, ni de la pudrición de los cuerpos, ni del florecimiento de la vida, ni del lenguaje de las estrellas. No soy especial en nada, soy dependiente de la resonancia eterna, mi cuerpo es parte del mismo misterio, ¡que ya no lo es tanto! Soy un pozo asombrado y dolido que mira en la oscuridad y al hablar de ella me alumbro.

El ensueño, en ocasiones decae en melancolía, otras es razón que vuela con la luz de las auroras, es perceptible y se desentraña poco a poco en los albores del día. También configura un estado en mi mente cuando dejo pasar los rayos de luz entre los dedos.

Al sol

Oculto
todas mis razones y
lacro pensamientos cálidos
en éste cuerpo fatigado y extraño
que deseo fundir con los hilos del aire.
Entre mil noches traspaso los segundos;
siempre medito y mantengo la esperanza
de sentir el sol contra el fondo confundido.
Salmo para decirle en la cara mentiroso;
con otra ilusión me tienes engañado.
No volveré escribirte en el rostro
más plegarias de consuelo,
y menos aún de ira.
En la tenue línea del horizonte, con un gesto borraré la hermosa señal de tu reinado.