jueves, 27 de agosto de 2009

La concepción del poder

La concepción del poder. 27-8-09


El sol no es ningún dios, es un astro pequeño que ilumina la tierra, los ojos y los pensamientos; lo ilumina todo, traspasa las fronteras sin detener el aliento y no cobra tributo alguno. Personalmente me siento agradecido por ello. Fénix lleva la bandera de los colores de la aurora, no cree en ella , es ella y expande sus alas para iluminar la vida. No tiene predilecciones, desde los paramecios hasta los grande cachalotes toman su aliento, nosotros también, es su regalo. Ejerce el poder con la autoridad del creador...


La vida es lucha permanente la vida,

por la supervivencia es lucha,

siempre a muerte siempre.


En muchas ocasiones (todas), para hacerlo hay que tomar decisiones dolorosas, ¡hay que matar para vivir! Pero el depredador no siente remordimiento al hacerlo, siente un placer inusitado. Cuando ataca a la presa, una descarga de energía inunda su cuerpo y cuando esta cae la luz del sol se ilumina dentro de él; ¡la vida resplandece junto a la muerte! El poder ejerce su ley y la presa es alimento para vivir...


La naturaleza esta estructurada de esta manera, pero a su vez, tiene el principio del equilibrio y la colaboración, la simbiosis y la regulación de los ecosistemas y, sobre todo, el dejar vivir. Cada especie cuida de si misma pero se regula con la intervención de las demás. Cuando eso no pasa, la catástrofe será la encargada de hacer la regulación… y otra vez a volver a empezar.


En el pensamiento humano hay un principio heredado de las colonias animales, hormigas, peces, pájaros etc. se agrupan para sobrevivir mejor. También se podría pensar que se trata de morir igualmente, pero con un porcentaje de riesgo menor. Vivir agrupados comporta economía de medios, confianza, apoyo moral y logístico; ¡vaya!, es más seguro que hacerlo solo. Entre mayor y más fuerte sea la comunidad más posibilidades de supervivencia y bienestar se ofrece, especialmente a algunos. La colonia concentra poder...


Las comunidades humanas se han hecho peligrosas, se han separado del lenguaje de la naturaleza, por ello no basta con matar para vivir. En los humanos el conflicto ya no es comer, podemos morir de obesidad y pensar que estamos siendo estafados y morir de hambre en el más absoluto silencio. El conflicto nace por el erotismo que desprende el poder. La misma luz que se enciende en el depredador cuando captura, se enciende en la mente del triunfador cuando obtiene el control del gobierno. Sobre esa premisa emergen las diferentes miradas sobre la jefatura y la pugna a muerte para conseguirla.


La política como las normas son necesarias, necesitamos gobierno y normas respetables. El poder político, para no corromperse, ha de estar como el aire en el bosque, lo más repartido posible. Toda concentración de poder es cancerosa y conlleva la enfermedad del sistema como el “bloom” en el fitoplancton. Las normas, para ser respetadas, han de ser equitativas y aplicadas con lealtad, de lo contrario siempre nacerá aquel que subvierte la norma. El que rompe la norma sin consenso y consigue el poder, es muy probable que el sistema que imponga nazca corrompido…


¿Porqué la búsqueda incesante del poder absoluto?


Nadie lo reconocerá porque nadie desea saberlo, es una tendencia humana que alimentan los ambiciosos, una cruzada que tiene puertas seductoras, marcas misteriosas, postigos de asombro. Es una cuestión de sentimientos que se amasan con intenciones e intereses y, también, una cuestión de fe. Es una religión sin nombre aliñada con una suma de palabras ensoñadoras que llevan el ánimo hacia un objetivo heroico.


Nos encontramos religados a nuestros apegos y estos al lugar de nacimiento, al color de la piel, la lengua, la etnia, el club de fútbol, los cromosomas... a cualquier cosa que pueda argumentarse como ser diferente. Hay que pertenecer al grupo que argumenta su raíz clavada en el origen del mundo, ellos son los elegidos, los primeros hijos del creador, los más justos, los que tienen derechos que otros no pueden disfrutar, ¿hay igualdades asimétricas!... todo ese entramado enfermo configura la patología del camino del poder.


Cada grupo se cree escogido por una causa justa e invencible y busca el poder absoluto para quedar redimido, cuando lo consigue se convierte en un déspota, un tirano que recurre a todo para mantenerse en el poder. Entonces el “pueblo” se da cuenta del error, ¡no era el camino y tiene que volver a empezar! Las madres que dieron sus hijos por la “causa” han de volver a parir, a sacrificar nuevas vidas. Son las que demanda el nuevo profeta, el patriota salvador del nuevo devenir… En la implantación del nuevo estado la quimera es permanente, detrás de una cabeza hay otra, se cercena y sale otra y otra...


Hoy Fénix ha brotado limpio en el cielo, su luz era cegadora como la de los tiranos; él nos impone su ley y su carta magna es indiscutible.