lunes, 27 de julio de 2009

Destino y lugar

Salto precipitadamente sobre Alcor. 27-7-09

El año 1988, después de haber leído los conceptos de Derrida sobre la deconstrucción, hice una acción sobre el tema con el titulo Destino. La idea era similar a la que estoy haciendo hoy con Fénix y parecida a algunas acciones que había hecho en la década de los setenta. Incluí en el trabajo el principio de repetición, el valor de hacer y deshacer hasta agotarme. Se que no es nada nuevo, vivimos en un carrusel de apariencias infinitas, pero en aquel momento me pareció revelador… Ahora compruebo que todo es hacer y deshacer para ocupar el tiempo.

El concepto deconstructor se imponía como una parálisis en movimiento, o mejor expresado, como el castigo de Sísifo. La acción absurda de la repetición, y a su vez obligada, en la actividad humana. "Destino", es una pieza atada a las leyes de la entropía, a los conceptos de regeneración. Tambien a los factores que el tiempo impone en la evolución de las cosas y juega un papel relevante en los acontecimientos de nuestro futuro. Subir a Alcor cada día y hacer las mismas acciones es un acto de repetición, pero a su vez, es observar cómo nada es igual bajo las lonas del cielo.

¡Con los sentidos activados hay que hacer lo mismo para cambiar dulcemente!

El trabajo se hizo en una pequeña cala del Castell de Tamarit en Tarragona. En aquel caso la reflexión elaboraba el concepto y presentaba como objeto la palabra destino. La mano ejecutora actuaba con libertad calculada. Con un palo (“inquietante el momento”) ejecuté la acción grabando en la playa la palabra. "Destino", "destino", "destino". Seguidamente el tiempo actuaba como una mancha que lo borra todo. Pasaba una ola del mar y la acción del agua borraba el contenido. Como una condena volví a escribir una y mil veces la misma palabra, igual que Sísifo, a subir la misma piedra. El resultado siempre fue el mismo, el tiempo nos condena a una memoria borrada, a una existencia sin referentes, a una repetición de los actos para no quedar atrapados en el tiempo...

Actualmente subo a Alcor cada día y realizo los mismos movimientos, ¡cada día! Sólo cambia el lienzo del cielo y mis pensamientos. Hoy he sembrado la tierra de semillas hueras, ¡mañana será otra cosa!

La voluntad ordena, es la constructora de formas, el tiempo destruye y desgrana todas las realidades presentes. Diez años antes había hecho una obra similar sobre el tiempo y el espacio. La acción consistía en hacer una raya en la arena de la playa. Previamente hacía una parada prolongada, pensaba, respiraba y estaba firmemente sujeto al suelo. En un momento determinado y gobernado por un impulso inconsciente, con un palo en la mano iniciaba una carrera paralela a las dos fuerzas en conflicto, la tierra y el agua. Después de unos diez metros recorridos, con los pies marcados y clavados en el suelo, hacía una pausa instantánea y el brazo trazaba un semicírculo tomando como radio el eje del cuerpo. Posteriormente continuaba la línea inicial en la misma dirección que la vez anterior. Todo en cuatro segundos…

Conclusiones: conceptualmente el límite de costa era infinito y la línea que yo había trazado tampoco tenía ni principio ni final aunque físicamente terminaba allí donde el palo había dejado su voz. En el espacio curvado, donde había trazado el semicírculo, se daba el lugar de la acción, donde se revelaba el concepto de espacio y tiempo. Era el escenario donde se manifestaban los acontecimientos, donde algo toma forma y se abre a la posibilidad de los cambios. Era muy parecido a las atribuciones de Alcor.

Aquel dibujo es hoy el anagrama que me representa…