martes, 16 de febrero de 2010

Palabras del invovoz transpuesto.

El cielo languidece de tristeza, son días de duelo. 16-2-10


VII Elegía


Palabras del invovoz transpuesto.

El nuevo Fénix se llama Concepción, (Ció) y emerge entre montes candorosos en forma de polen dorado. Su luz se propaga desde la ventana del asombro, observa la belleza y el dolor del mundo y al instante llora gotas de rocío. Su rostro aparece entre colinas moduladas como los senos de Gaia. Los bosques son suaves y poblados como los muslos de Gea, jugosos y cálidos como la vulva de Hera, la virgen de la fuente de Canato.


Ció es tierra germinal que ha nacido y se ha hecho viento cálido; después de cantar las antífonas se ha desvanecido entre aromas de mirto. Es en el sueño que me cautiva, me seduce con los pistilos que anidan en el gineceo de la futura hembra, la de los senos pletóricos de leche y calor de madre. Con su poder regenerador nos alimenta a todos y nos da un hogar póstumo. Nuestra deuda para con ella es ilimitada, sólo la muerte paga el monto debido.

El nuevo día trae resplandores que llenan la mente de preguntas y esperanzas; la luz reverberarte nos habla a los ojos… Como siempre ha sido, la concepción del nuevo día nace en el hilo del horizonte, los colores que le preceden son llamaradas de fuego, las nubes enrojecen como carne de sandía, las semillas germinan al calor de la tierra. Entretanto, yo, el demiurgo, contemplo el horizonte y escucho las antífonas que me trae el viento. Los cantos de los engendrados hacen un coro incesante, la hierba crece, las yemas florecen, los colores del sol tiñen el paisaje. El misterio de la vida ya es presente, se ha revelado porque es posible…


!se ha revelado!

¡se ha revelado!


El sueño de la mente acuática toma forma, se hace proteína y canta, se construyen moléculas amorosas que ensayan la danza, se tensan las membranas, se formulan las memorias, se dividen y multiplican. El carbono 12 opera de catalizador, pone en marcha el contador de la vida. El sueño misterioso se consolida en el pensamiento, se hace gen y resonancia mística, se materializa en la obra, se desdobla y replica en un espejo invisible.

Lo hace también por mediación del invovoz, él sabe que los niños forman sus imágenes con retales de fantasía, que su pensamiento se mece en el sueño y poco a poco se hace sólido y comprometido.


De este relato se desprende un anillo de acontecimientos misteriosos, sorprendentes y terribles. Unidos por la espiral umbilical se cosen los tejidos a la memoria como se cosen las suelas de los zapatos. El camino es sinuoso y largo, en él comprobamos que sólo encadenados en la vida y la muerte se puede cubrirse el espacio de la eternidad. Así, en el regreso y el ascenso de los jugos germinales se hace posible la aventura de Ció. Así se materializa el incesante renacer...


¡El olvido permanente es el consuelo!