viernes, 10 de julio de 2009

Partículas caprichosas

Ahuyento las tinieblas con la cornalera pequeña. 10-7-09

Dicho sea de paso, estamos aquí por azar, ¡pero estamos! Caprichosos, confundidos, violentos, perdidos, ilusionados…¡pero estamos!

Encima de la piedra me encuentro y he venido por propia voluntad; he venido para ver y hacer. En ocasiones parece que somos un mecanismo de poleas activadas a capricho por la energía cósmica, por una mano invisible… no, no es así, somos parte integrada de la energía cósmica, no estamos separados de ella, vivimos en simbiosis con todos los procesos de la materia y de la vida, pero tenemos voluntad para subir a la piedra y amenazar a las tinieblas. También para decirle al sol ¡Buenos días amor, buenos días! Para bañarnos con neutrinos al despuntar el alba; ¡fantástico, es un juego quimérico…, pero un juego maravilloso!

Me falta otra vida para entenderlo y otra más para explicarlo, pero así lo intuyo subido en la piedra y equipado con los instrumentos mas poderosos que ha inventado la vida, ¡los sentidos!. Todos los sentidos son instrumentos vigorosos, sólo mis brazos ya son admirables, sencillos pero captan el calor del sol, la humedad de la mañana, el viento de levante, yo tomo nota de todo ello y de miles de señales que no hace falta enumerar una a una. No he venido a subirme a la piedra para hacer una catalogación de las señales que desprende el día; he venido a renacer con los colores de la aurora, pues he perdido casi toda la esperanza y espero encontrarme con las partículas caprichosas que me atraviesan sin cesar.

La vida es una maravilla que se disuelve en el llanto y hay que templar los sentidos para que resulten dulces, para que no nos atenace el abismo de nuestra pequeñez. De todas maneras, si quedamos cautivos por el miedo, perdidos en la nada, siempre podemos volver a los telares de la tradición, ella ya tiene las soluciones aprendidas y el tejido bien apretado…