martes, 2 de marzo de 2010

El vuelo del miedo

Te vistes con pinceladas bermejas. 2-3-10


El vuelo del miedo


Llegué justo en el momento en que el sol iniciaba su aparición en el horizonte. Era un amanecer radiante, sereno y lleno de color, lo recuerdo como uno de los más misteriosos que he vivido en la Ciudad del sol. Empecé el acto con las cornaleras; es el momento de ahuyentar las tinieblas con giros ágiles en las manos.


Para registrar el movimiento exige exposiciones largas y para ello es obligado trabajar con poca luz; es un recurso fácil y efectivo. Después siguen las demás acciones, un ritual ya aprendido que esta llegando a su fin.


Estaba subido en Alcor y hacía que los rayos solares pasaran entre los dedos; siempre han sido una caricia inusitada al despuntar la mañana. En aquel momento me sobrevoló una sombra imperceptible, una sacudida que me llenó de temor. Fue una ráfaga de viento, una sombra abatida en el suelo, posiblemente el siseo de un cuchillo en el aire. Pasó sin que yo pudiera verlo; ni tiempo tuve para girarme y verlo. Me quedé envuelto en la incertidumbre, perplejo y asustado. Seguí el trabajo hasta que el sol ya era una lucerna radiante en el cielo, ya estaba todo hecho, ¡era el momento de regresar!


En casa, al procesar las imágenes, vi como un ave de forma extraña sobrevolaba Alcor; fue ella la que le puso rostro al miedo…