lunes, 21 de diciembre de 2009

La muerte del toro...

Los gestos esquivos también son engaño y estoque. 21-12-98

Legajo IV. IV

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A ti te hablo, sabio-iluso, tutor de la vida.
Hoy te ofrezco una pluma de noche y palma.
Espejo reversible para trazar confusiones.
También para barrer tus cenizas al instante.
Pues es vida todo lo que comes cada día.
Como un niño ocultas el dolor que te alimenta…

Pregúntate que haces por mejorarla.
Que permiso pides para comer sus crías.
Para beber su sangre y cortarles el aliento.
Tu ignorancia te envilece y te crees justo.
La vida no tiene el color de la sangre
La muerte se enlaza y danza con ella.

El día que no mates morirás, ¡ya lo sabes!
Si te aterra la idea; prepara la tumba.
Al comprar la pitanza estás matando.
No hables desde el sueño, ¡comes muerte!
Te espanta el cuchillo y lo escondes.
Otros hacen el trabajo para ti.

Te sitúas en el trono justiciero y condenas.
Tú, que probablemente jaleas las bombas lapa.
Hoy te crees el salvador de los fieros negros.
Mañana les darás de comer harina de pescado.
Los llevaras al establo y los castrarás.
Les darás hormonas y un grillete.

Sin pedirles permiso exterminarás su valor.
Los matarás con un mazo en la frente.
Indefensos, se sentirán cobardes.
En un pasillo inmundo serán abatidos.
Con una sierra mecánica descuartizados,
Triturados como serpentinas de papel.
Sin nombre, ¡serán exterminados!

Un código de barras impreso será su insignia.
Lo tomarás en filetes con mostaza.
O en bandejitas de plástico para churrasco.
Comerás su carne en forma de hamburguesa.
Mezclados con ketchup y pan tierno.
Te sentirás pletórico al saber tu victoria.

Olvidarás que el toro era para ti una bandera.
Para entonces ya tendrás otra causa.
Cerrarás los ojos al río de sangre.
Tomarás la inmundicia del matadero.
Harás galletitas para los perros.
Quizá albóndigas para los asilos.
Sopas para residencias de ancianos.

Si te queda una brizna de luz
Un destello de juicio honesto.
Llama las cosas por su nombre.
Los eufemismos infaman la inteligencia.
Guerreas por el poder; ¡así es siempre!
¡Matas para comer y medrar!

Si tienen valor desafía con tu cuerpo.
Siente junto a ti la danza de la vida y la muerte.
Es un velo de amor, un sudario en tu piel.
Si no lo tienes resiste con astucia y calla.
Escucha el vahído aterrador de la manada.
Los cuchillos inhiestos en la noche.

La tortura contiene llagas perennes.
Es aliento sedado en la suma de los instantes.
La sangre no es el color de la muerte.
Ni el dolor súbito el rostro de la derrota.
Es la fuente del coraje que fluye.
Busca renacer en una nueva vida.

El toro es tránsito de la luz a la sombra.
Juego de abalorios y engaños.
Temple de los aceros en la mente.
Escena puesta en el cobre de la verdad.
Instante de nacer, momento de morir.
¡Por eso seduce y aterroriza tanto!

Es el perfume que excita los combates.
La mugre del fin, la sombra del miedo.
La sangre en ofensiva es furor en los vivos.
Energía súbita que forja a los héroes.
Fuego interno que ahuyenta el dolor.
Bramido que demanda la muerte como martirio.
Un espasmo de valor que busca la eternidad.

Una llama en los ojos que apaga la razón.
La vida hay que respetarla; es misteriosa.
La muerte hay que admirarla; es real.
Las dos danzan de la mano en un gesto heroico.
Se agitan; es combate de fuerza-inteligencia.
El valor es dispositivo de la existencia.

A la muerte os enfrentáis como el toro,
de uno en uno: ¡acorralados!

¡Todos seréis vencidos!

¡Las causas olvidadas!

Este es el mensaje de una brizna de sol en el limbo...