lunes, 2 de noviembre de 2009

Huída VI. III

El amanecer me trae consuelo. 2-11-09

Huída VI. III


Residuos

Alguien traga mis arrojos fermentados.

Bebe mis lágrimas en forma de agua viva.

Camino y soy camino sin moverme camino.

Me forjo con perfil de acero.

Lloro sin cesar.

En la lluvia me presento.

Golpeo el cristal con el ímpetu del pedrisco.

Ventoseo entre levante y calima.

Estornudo junto al rayo y me conmuevo.


Activo la inercia del huracán lentamente.

Mi voz es la palabra del mundo cuando llora.

Cuando canta…

Me duermo…

Entre piedras y estoy expectante.

El río prolonga mi vejiga hasta el océano.

El mar es mi lecho eterno y allí descanso.

Palabras sobre el barro que se anima.


Se hacen pensamientos rastreros.

Voces que iluminan el alma.

¡Son residuos en la huída!


Seducción

El pene defeca serpentinas y polen activo.

Huye en la vaina y se disuelve en el vientre.

Las entrañas se dilatan y se elevan lentamente.

Éxtasis virulento.

Es un globo de carbono

que vive y se expande.

La pelvis se balancea peligrosamente la pelvis.

Baila como una piedra en la montaña baila.


Yo avivo las semillas en las madres.

Lleno sus senos de leche con mimosas dulces.

Sin mover la mano.

Soy la alberca,

el sumidero del mundo.

Manos que estremecen los genitales dormidos.

El perfume que enloquece los instintos.

El éxtasis en la concepción de los amados.


Soy partícula que entra en los ojos y enamora.

Rayo de luz que aviva los óvolos sementales.

Golpe de viento que cubre las yeguas lusitanas.

¡Al galope las cubre…!

Perfume seductor

que deja las hembras en cinta.

Calor de la noche que mece lúbricos amores.

Sueños interminables de niños que han de morir.

¡Son llorados sin flores y sin rostro!

Tras la puerta de la huída quedan…


Piso tierra viva y te observo. 2-11-09


Concepción

Huyo por los corredores como peces pasmados.

Entre gentío dislocado, en una carrera a muerte.

La vida hay que lucharla desde el comienzo.

Tener el asiento firme.

Veo ante mi un astro gigante,

con los postigos abiertos.

Todo pasa en un instante.

Alguien ha sellado la puerta del asombro.

La muerte campea por los lindes de la rivera.

La batalla ha sido terrible.


Se avanzaba en el légamo como en un sueño.

Extenuados se rompen los flagelos.

Huyo en la quietud, en el limbo me quedo.

¡Soy un pez pasmado!


El retorno

La serpiente emplumada es mi sombra.

Los engendradores son mi luz irradiada.

Esparcen la palabra dorada como semillas.

Cae aliento del cielo.

El invovoz medita en la aurora.

Decide poner compañía a la soledad.

Son palabras de Popol vuh en mi boca.


Que se retiren las aguas, dice, ¡se aclare el cielo!

No habrá gloria ni grandeza en la creación.

Entre cuarzos suena el gorjeo del quetzal.

Las semillas se han forjado.

En silencio germinan.

Estaban ocultas bajo plumas verdes y azules.

Al nacer se llenan la boca de hormigas.

El dolor será centinela permanente.


Hoy no he podido ser y vuelvo al légamo.

Allá entre las sombras del monte ha nacido.

Como yo esperaba.

Los astros del cielo son flores del alba.

Los dioses tocan zampoñas huyen y callan.

¡Como siempre callan!