martes, 23 de junio de 2009

La luz me presenta el mundo

Tomar lo inalcanzable. 23-6-09

–Para calmar desasosiegos e incertidumbres me he de responder algunas preguntas; ¡es incuestionable que lo haga!– 
La luz me presenta el mundo, son alfileres que cincelan en mi mente, hábiles herramientas que mueve el escultor del tiempo. Este hace filigranas maravillosas, formas que desconozco y se hacen familiares poco apoco, se hacen imagenes, fragmentos del mundo que reconocemos.
Todo lo que pueda pasar ya ha pasado millones de veces, la ley de los cambios es implacable. Hoy mis pensamientos se destilan encima de una piedra fría, un fragmento encallado de la memoria del origen; el “ben ben” egipcio es hoy el big bang, un momento singular donde todo empieza. Yo me encuentro implicado en el devenir, !soy una nuestra más, una historia comprimida de todo el proceso!
Desde el punto de vista de la física la materia y la energía son la misma cosa, la frontera que los separa es la velocidad de la luz al cuadrado. (E=mc2 obtenida en el marco de la Teoría de la Relatividad Restringida. A. Einstein ) Sigamos con la construcción alegórica; ¡es más excitante! La luz nos ha hecho los ojos, quizá también las manos y el don de la palabra. La luz es el rostro visible, el canto audible de la energía; no es sólo una metáfora del entendimiento, es el entendimiento mismo.

Subo a Alcor con decisión y temor, quiero mirar el sol de frente hasta grabar en las pupilas motitas negras. Alcor es la piedra que tiene abiertas las ventanas del asombro y por ellas, me dejo llenar cada mañana con la luz del alba.
¡La ventana del asombro! Un día de estos hablaré del tema, hay un proyecto en marcha para el desierto de Real de Catorce (Estado de San Luis Potosí, México), un lugar donde la vida se da en condiciones duras pero responde con un vigor extraordinario. También tengo una escultura con el mismo nombre en La Comella (Tarragona, España), una matriz vacía que presenta el espacio del nacimiento como el momento más sorprendente que nos presenta la vida.
Las imágenes de la mente no son de piedra, son partículas de luz que han colisionado con la retina de los ojos, han llegado hasta el cerebro y transformado los sentidos; se han devenido en memoria, en recuerdos, “en pesar y dolor”. Son cuantos de luz que centellean y se ubican en la mente, poco a poco se devienen en oscilaciones emocionales. Son una singularidad especial que resuenan como címbalos; cada individuo puede dar testimonio de lo que habita en su interior. Las conocemos ya que ellas nos han hecho como somos; nos alimentamos de ellas y son ellas las que nos presentan la luz de las auroras.
El sol ha salido un instante, rojo intenso entre brumas, una capa densa de nubes ha cargado el cielo de presagios negros, ¡quizá llueva mas tarde!