domingo, 20 de septiembre de 2009

Quemar pensamientos viejos.

En los límites del universo caga serpentinas y las derrama en el cielo. 20.9.09

Como las peonzas del cielo rueda, invoca y habla con voz trémula. Sin conocer el devenir de los acontecimientos, sin saber a donde ir toma los atajos al azar y lanza los seis palitos de milenrama, los palos del devenir. Las fuerzas le abandonan y entonces decide dejarse ir, ¡disolverse por el ano junto a las serpentinas del cielo! Entre las corrientes de luz desaparece como las partículas, están y no están, la incertidumbre lo cubre todo... él ya empieza a ser la alberca y el sumidero del devenir.


El especulo, el martillo, las cornaleras, el crisol, las uñaras, las manos y brazos, etc. ayudan a extinguir los sentidos, a neutralizar el pensamiento para que hable la voz interior, la que conecta directamente con la naturaleza. Son los instrumentos que le desgranan en la obra y en el amanecer y posteriormente le abandonan en el desasosiego. Todo pasa en el curso del año que se ejecuta el ritual, el “ciclo” más sencillo y elemental para la evaporación de la vida, el del C12.



Hay que aliviar los pensamientos con la acción del fuego 20-9-09


Ya ha llegado al extremo de todos los procesos abióticos, su memoria es mineral, todo ha regresado al origen y hay que empezar de nuevo. Los pensamientos antiguos no sirven para nada, son un peso que hay que eliminar con la purificación del fuego.

De sus cenizas ha de emerger una realidad viva y plena, de la fusión de los metales han de salir obras nuevas. Es el momento de resurgir…


El Invovoz, el aprendiz de brujo, dice que es una víctima de sus propios delirios, que se ha metido en la gran caverna y el terror le paraliza el entendimiento, el estrés se apodera de él y su pensamiento es como niebla. No puede controlar lo que hace, no ha valorado sus límites y pierde estabilidad, cae y se levanta una y otra vez, sube y baja de Alcor, una y otra vez. El sol le ha quemado los ojos, también el pelo y las manos. Ha tenido varias torceduras de tobillo y en una ocasión cayó de espaldas con gran estrépito.

¡Había que verlo retorcido como un gusano por el suelo!


¡Havia que veure'l recaragolat pel terra com un cuc!