jueves, 31 de diciembre de 2009

El leviatán anida en la mente

Miro tu rostro absorto y me uno a ti. 31-12-09

Legajo VII. I


Es evidente, lo dejo escrito en el barro.

Grabado sobre planchas de plomo.

Sobre el agua ígnea lo dejo escrito.

Encima de las nubes oculto el mensaje.

Lo cincelo en el fondo de las simas.


Mis palabras son sosegadas.

Como el sol resplandecen siempre.

El invovoz las glosa mal en los salmos.

Es benévolo, él media entre vosotros y yo.

Tiene miedo a las palabras..., ¡a casi todo!


Ahora vibra mi voz como un neutrino.

La vida es mi obra en el universo.

A ella dirijo el testamento presente.

Vosotros formáis parte prescindible.


¡No sois creación de Dios;


...lo habéis soñado!


El sol es el dador de la energía.

Él tiene el poder y el derecho.

La tierra es la matriz de la vida.

Ella tiene el poder y el derecho.

Mi donación es simbiosis indeleble.


El agua no os pertenece.

La tierra no os pertenece.

El aire es vuestro aliento.

El calor del sol os alimenta.

No tenéis ningún derecho especial.


Tenéis que aprender a compartir.

La fuerza que desplegáis será vuestra perdición.

El viento ahuyenta las sombras del rostro.

La vida tiene derechos sobre vosotros.

No sois nada, un desmayo en el aire.


Sin la luz de mis palabras seréis vencidos.

Lanzados a una sima umbría, impensable.

Un viaje hacia el pasado de mil años.

Otra vez hundidos en la oscuridad de la mente.

Allí os dejo destellos de tiempos venideros.


Acaso no veis los mecanismos de la psique.

El leviatán que nace en vuestras mentes.

Lleváis el testamento de Caín en los ojos.

Os doy el grillete para amansarlo.

Cadenitas de plata y esmeralda.


¡Por eso os digo!


Hasta que el invovoz no ahuyente las tinieblas.

No tenéis derecho pleno a mi testamento.