jueves, 2 de julio de 2009

Los sentidos

Entre los dedos se cuelan los rayos de luz. 2-7-09

Herramientas de altísima tecnología se han desarrollado y formado nuestros sentidos, los cuantos de luz llegan a los ojos y estos los transcriben en mensajes secretos y los envían al cerebro, éste se encarga de leer y traducir en emociones, en pensamientos y conceptos; todo según el trayecto experimental, el conocimiento y el recorrido sensible de cada persona… !las partículas de luz también son mensajeros que vienen del cielo profundo! Ellas nos explican como son las cosas a nuestra escala y en la dimensión de los sueños se presentan en la tiniebla pero igualmente cimbran nuestro cuerpo. Son descargas electroquímicas que evocan recuerdos y nos ocupan las horas del sueño. Los recuerdos forman el zurcido del alma, sin ellos somos piedras sin memoria, pedestales fríos, un “alcor” sin nombre...

Todo parece tejido por las mismas leyes y cuando miro al cielo los rayos de luz que veo inciden en mi retina, me golpean y atraviesan hasta llegar a mi cerebro, es el lugar donde se revelan las imágenes mas sorprendentes. Pero qué ha pasado realmente. Fricciones de ondas electromagnéticas, fotones que han atravesado sistemas terribles, viajes de millones de años luz, han encontrado el motivo de su trayectoria al alcanzarme. Yo lo pienso y con ello hago la obra, han llegado a su destino y se han formulado en ideas. Mejor dicho y, quizá, peor pensado; yo puedo jugar a canicas en el frontón de los cielos y hago rebotar partículas en la palma de las manos cada mañana. Es un juego cruzado, yo soy el encuentro porque así lo he decidido. En el centro de mi cuerpo se encuentra el habitáculo de las emociones, en ocasiones me desplomo en un hondo pesar, en otras, un gozo interior me inunda y contemplo la maravilla del mundo con los ojos llenos de lágrimas y asombro.

Alzo el brazo, abro la mano y entre los dedos se cuelan los rayos de luz como duendes en la noche, son los hijos de Maxwell que me dicen, ¡buenos días amor, buenos días!

El año 2000 tuve un infarto que casi pone fin al juego de los sentidos, me salvé por los pelos, pero me salvé y sigo atrapado en las percepciones del mundo. Escribí un libro, Crónicas de un infarto y seis anginas de pecho, guardo el borrador con cariño; fue una experiencia inolvidable y un renacer obligado. Sigo sin cansarme en este lugar de la vida, sintiendo cada mañana como la luz del sol riega de luz y color; Fénix o la ciudad del sol se han formulado otra vez encima de Alcor, una piedra calcárea. ¡Como el ben ben egipcio es un trozo de origen frío…