domingo, 12 de julio de 2009

El lienzo profundo del horizonte.

La elevo ante ti. 12-7-09

La profundidad del cielo no esta sólo hacia delante, no es sólo lo que se presenta ante los ojos, más bien es lo que se hunde en el pensamiento, lo que se comprime hacia adentro con una energía inaudita, una potencia misteriosa que amenaza con devorarlo todo. Pero no pasa nada, todo es fruto de la imaginación y de la capacidad de absorber los misterios que desprende el mundo.

Las nubes se arremolinan, el sol resplandece y los colores de la aurora presentan el despertar de un nuevo día. Todo lo que entra por los ojos me transforma, altera cada uno de los sentidos, hasta las uñas se resienten con la carga emocional del instante. Los sonidos se hacen táctiles, la humedad esta perfumada, la piel recoge las gotas de rocío y las evapora al momento, todo es un devenir continuo, nada vuelve atrás, no hay camino de regreso y si lo hay ¡es sinuoso y largo...!

El mundo penetra lentamente, se cuela y forma una imagen nueva, un ser renovado se deviene paulatinamente en el cambio. Encima de la piedra me digo, –ya no soy el que era antes de subir a esta pequeña atalaya, soy diferente, solo es eso, soy diferente –
Una conclusión que llega asustarme; soy diferente y conservo los recuerdos del pasado. ¡Todos viven en mi y todos pueden desvanecerse como las nubes que deambulan por el cielo. Recordar es existir, dejar de hacerlo es caer en los valles de la amnesia, ¡en las tierras del olvido!

Los recuerdos los amaso, los describo lentamente sobre el papel, los dejo ocultos en la roca, son recuerdos, no son nada, no tienen sustancia alguna, no tienen cuerpo, ¡No son nada!
Subo otra vez a la piedra y con un palo amenazo al horizonte, !ahuyento las tinieblas! Siento como nace en mí una semilla de rebeldía, se ha despertado sin darme cuenta, algo germina en los recuerdos que tiñe de violencia el instante, tomo conciencia de ello. Soy un depredador que no reprime los instintos; en la memoria oculta hay un ser que desconozco.

Miro el nacimiento del sol; una hilera infinita de seres como yo configuran el horizonte, cada uno lleva en la mano su propia calavera, no hay pregunta, no hay “cuestión” bajo los durmientes del cielo. Hay tránsito abigarrado, letanías aprendidas, caminos transitados, campanas rotas, señuelos y engaño; ¡un mundo de niños que juega con cosas muy graves! En esa ringlera de soñadores nacen los más bellos jacintos, son unos cuantos pero ellos tejen los pensamientos. Ahora los veo con claridad, miran para el otro lado y callan, no tienen rostro, nadie sabe lo que hacen, nos dan la espalda, ¡pero yo se que ellos son los que tejen los pensamientos!

Mis respetos, ¡vosotros sois los diamantes eternos!

Hoy ha sido un día de revelaciones furtivas, sin esperarlo se han dibujado en el horizonte, yo las tomo como una ofrenda sin permiso alguno. El sol ya está arriba, ¡es el momento de regresar a casa¡