miércoles, 24 de febrero de 2010

El carnero

Hoy te replicas sin argumentos. 24-2-10

El carnero
Hace unos meses me sorprendió el pastor y su rebaño, yo estaba inmerso en los procesos requeridos en La ciudad del Sol. (Ver la entrada: La noche y el viaje al inframundo, día 24 de julio de 2009) Fueron llegando un buen numero de ovejas más o menos dispersas, eran blancas y negras. Mientras sonaban las esquilas y movían la cabeza con gestos nerviosos al arrancar la hierba, yo hacía mi trabajo…Les miraba de reojo. No había pasado ni un minuto cuando apareció el pastor con el grueso de rebaño y, al rato, un carnero viejo con una barba canosa y larga, una cornamenta fabulosa y el caminar reumático y tambaleante de un obeso. Cuando vi el animal me sorprendió su corpulencia y la mirada feroz que desprendían sus pupilas. Parecían los ojos del mal enmarcados en un rostro demoníaco, de ellos se podía destilar toda la literatura de E.T.A Hoffmann.
Al ver que yo le miraba con mucha atención, el pastor empezó a hablar del carnero, me contó cosas sorprendentes que no viene el caso explicarlas aquí. Sólo creo oportuno hacer mención a su acción repentina tras unas breves palabras…

--–Es viejo, no se los años que tiene, posiblemente más que yo, pero bebe vino como cualquier hombre y no le hace ningún efecto; ¡yo me doblo mucho antes que él! –

Dicho esto sacó una botella de la mochila y empezó a escanciar vino tinto en la boca del carnero, así hasta vaciarla totalmente. El pastor, una persona alegre de unos cincuenta años y dentadura tintada de tabaco, empezó a hablar sin detenerse a pensar; sin freno alguno explicaba todo aquello que le pasaba por la cabeza. Como un beodo hablaba y el carnero lo miraba absorto y complacido.

Quedé convencido de que era un espectáculo de ventriloquia, de que era el carnero el que hablaba por su boca. Al pastor lo veía vacío de cualquier ocurrencia…
El rebaño siguió arrancando hierba, haciendo sonar las esquilas y alejándose de nosotros. Al rato el pastor también marchó haciendo gestos con la vara y sonidos guturales para agrupar el rebaño. El carnero se quedó un rato más, se tumbó con el cuello erguido y la cornamenta majestuosa. Me miraba como un decano mira a sus discípulos y me percaté de como sus pupilas se mimetizaban con los colores del alba. Se acostó a la sombra de Alcor y miraba con atención como emergía el sol en el horizonte.
Cuando el sol ya era un círculo dorado en el cielo, se levantó y empezó su caminar renqueante, ahora tenía más gracia, parecía una mujer con tacones de aguja…
Ya lejos, giró el cuello y baló por primera vez , elevó la cabeza hasta tocar la espalda con los cuernos y dejó un canto para ti…


Beeegg, Beeegg
Voy sombra a comer

El sol es pan de luz
Fermenta el racimo
Cercena la catana
Entre el bello limo

Beeegg, Biiigg
Voy de noche a morir

La nube me reclama
Humedece la hierba
Te preparo la cuna
Con flor de canela

Beeegg, Buuugg
Mi gozo lo llevas tu

El viento te canta
Es momento de dormir
Para mi son las noches
Para ti es el vivir