miércoles, 9 de septiembre de 2009

Paseos por el límite.

En los momentos decisivos, las decisiones son palitos en el aire. 9-9-09

–Me encuentro fundido en un tiempo mineral, lloro de emoción antes de ser tierra. Las manos golpean por inercia y modelan lo vislumbrado. En ocasiones no siento la espalda, las manos están dormidas, en otras, los dolores me atormentan y me siento unido a la gravedad de lo concreto, a la consistencia de lo sólido y de ahí nace un nuevo sentimiento; ¡no queda en ninguna parte!.–


También me pregunto cundo tengo las manos metidas en el barro. ¿He de asumir yo ésta responsabilidad, no sería más apropiado ceñirme en la construcción poética de la forma, unirme con la expresión de la materia a través de sus múltiples relaciones y no meterme en Las marcas del laberinto?


¡No puedo hacerlo, estoy comprometido! De verdad que deseo eludir el compromiso por un instante, ¡estoy muy cansado!, pero las imágenes vagabundas me golpean sin cesar, me obligan a seguir los rastros de mi padre y él esta casi en los límites de su viaje, me muerde la curiosidad y no puedo abandonarlo. Me es más cómodo y gratificante dar a estos pensamientos una forma sobre el lienzo del cielo y descubrir el valor de la fatiga. A mi también me está llegando el final, ¡el tiempo es veloz, yo marco el compás!


Sé que es un ejercicio que muere en sí mismo, que significa dar golpes en el vacío con el filo romo de las ideas pero he de seguir adelante, he de abrir las piedras para averiguar la entonación de su canto. Dentro se ocultan los salmos y he de atrapar las palabras para describir el significado que se oculta, todo suena misterioso entre la lluvia de pensamientos.

Trabajo sin método ni propósito ya que no deseo llegar a ninguna conclusión, Fénix me presenta el camino. Deseo dar forma a los impulsos que él me presenta, insinuaciones que normalmente mueren secos en la memoria. Así, con fatiga en los ojos, trabajo contra el olvido, consciente de que el gran desierto de la amnesia dejará todos mis gestos suspendidos en la nada. ¡También los cantos del sol…!


Tomo la luz con el especulo para que puedas ver más allá del fondo. 9-9-09


–Estoy llegando al final, tu me reclamas. Ahora creo que es prudente regresar…–


Me dice con gestos…, ¡ya no le oigo!


En ocasiones pienso que ya ha salido fuera del pensamiento, ya no se mueve en un terreno oscilante de los pensamientos vagabundos, ahora es luz cegadora que se mueve.

Yo me encuentro firme sobre las guías celestes. He realizado un templo diminuto en el límite para detener ése vagar permanente, de la luz a la sombra, del sueño a la vigilia, ¡soy fuerte y te llevaré por montes y valles!