miércoles, 24 de junio de 2009

La obra y la luz

Entre los dedos pasa el viento y la luz. 24-6-09


Sólo pensarlo nos llena de asombro; ¡estamos hechos de resonancias de luz! Como un eco se replica su creación en el fondo de cada ser. Nuestros pensamientos son activados por ella; como bolas de villar golpean las dendritas, saltan entre sinapsis y excitan las neuronas. Un escenario de complejidades inusitadas se da en nuestro cerebro cada instante. También en las respuestas que damos, se formula una pregunta, un deseo, y un río de sensaciones riega nuestro cuerpo, nos atraviesa una corriente de emociones que nos deja perplejos, entusiasmados, mohínos, asustados… de todo ello, tan sólo nosotros somos responsables... sí, asi es.
Nosotros; ¡cada ser es responsable de sus actos…! Pero como podemos cargar con un peso así si caminamos como el polen en las manos del viento. Si todavía nuestro entendimiento está gobernado por los instintos, si somos depredadores sanguinarios que buscamos la solución en el exterminio del otro.

Hace siglos que encontraron la solución, instalar una estructura moral externa, un cinturón de acero para la mente, un blindaje para que éste cierre los ojos a la percepción del mundo y detenga su funcionamiento en las normas que le han dictado. Lo interesante de esas normas es que atizan, alimentan los instintos allí donde son más dañinos, la liquidación del enemigo, el cabalgar a lomos de la utopía y el sueño, el dormir en el lecho de la divinidad. No podemos ver lo que nos muestra el mundo, solo podemos comprender aquello que nos han dado como marco para pensar, incluido en los juegos simbólicos.

¡Ay, ay ay... mis manos cansadas, somos ciegos guiados por un topo!

Ver la luz, alimentarse con ella y descansar en el lecho del tiempo es para lo que nos ha dotado la vida. Transitar por ella como las gotas de rocío, como una planta más, tomar lo necesario para que se de en condiciones y colaborar en la simbiosis obligada, es el curso habitual de la naturaleza. Ese giro en el concepto de vivir crea una nueva conciencia humana y cambia el valor de todo; el mundo es mostrado ya que puede ser observado por el placer de serlo, sin ambición ni renunciar al saber y al construir. El objetivo principal ha de ser el proporcionar condiciones optimas para la vida, trabajar para hacernos más humanos y sólo con el objetivo de gozar al contemplar la realidad estética. ¡ Es una fiesta interminable para los sentidos!

Al tomar conciencia de ello, la luz toma cuerpo en la obra, las partículas, las ondas electromagnéticas, los rayos luminosos son la materia con la que trabajo y revelo el cuerpo de Fénix. Los hago existir en el encuentro de cada día, entre sus pequeños impactos y mis sentidos; después, éstos ejecutan sobre el papel las recreaciones que estén en mi mano hacer. En realidad todo es un juego invisible, una sensación inusitada. Percibir la realidad a escala diferente sin instrumental alguno y dejar constancia de lo que has visto como obra, esa es la propuesta.

Alguien podrá decir que es un disparate que esa partículas son imperceptibles y menos sentirlas vibrar en la palma de la mano. ¿Acaso los colores del alba son otra cosa? ¿Acaso la luz y la tiniebla se distinguen por alguna otra razón que no sea por la diferencia de las ondas de luz que la transitan? ¿Acaso el brillo de unos ojos cargados de turbación pueden comunicarse en la oscuridad, no son entonces los rayos estelares los mensajeros de nuestras emociones más recónditas? ¿No es el color de la piel la tintura que lee y deja en el aire los rayos del sol?