miércoles, 11 de noviembre de 2009

Fase. VIII. III, IV, V

Todo es ligero en mi mano. 11-11-09

Fase. VIII. III

El hueco de la mente.

Con el paraguas me protejo de los hechizos.

Detiene los rayos celestes, la dulce lluvia.

Es la bóveda más ligera que sostengo.

Vuela, como el torvellino me lleva lejos.

Las demás son de plomo y me hunden

Es un techo espiritual que me ampara.


Mis manos están hechas de rocío.

Las del sol de rayos de luz y color.

Las del invovoz estás cosidas con trabajo.

Tiemblan con las sajaduras del viento frío.

Cortes abisales nacen, se forman gemidos de barrancas.

Sangran del retrueque doloroso de los días.

Al alba, ahora ahuyentan las tinieblas.


Has venido hasta mi, te has hecho visible... 11-11-09

Fase. VIII. IV


El pensamiento

Encima del magín se calcina la marmita.

Las ideas crujen como chicharrones.

Algunas saltan de la tartera y huyen.

El fuego las ahuyenta como avispas…

Son cuerpos ligeros que se evaden.

No van a ninguna parte y mueren.


Nada me contiene que no sea el pensamiento.

Nada me absuelve que no sea el pensamiento.

Nada me presenta que no sea el pensamiento.

Espejo de los salmos que se cuartea en mi mente.

Nada me destruye que no sea el pensamiento.

Él es trovador de todo lo pensado y canta.


En esta fase se forman los conceptos.

Lo que hoy es justo mañana es engaño.

El significado huye con el contexto.

Ambigüedad comprimida que se expande.

El mensaje es débil en un alma débil.

Es robusto en una mente poderosa.


¡La incertidumbre lo cubre todo!

Como un niño de pecho busco consuelo.

Los contrafuertes del limbo me fortalecen.

Templan con taninos el hueco de mis pesares.

Soy lucerna que se extingue en el límite.

Cada minuto es el final y el comienzo.


Los ensayos en la vida son incesantes. 11-11-09


Fase. VIII. V


Me expreso, eso es todo.


Tengo los pies firmes sobre Alcor.

Invisto con un palo entre las nalgas.

Lanzo serpentinas y nubes de polvo.

Requiebros cismáticos que buscan la senda.


Mis eructos anales son truenos terribles.

Del olor pestilente se forja un cáliz piadoso.

Un vientre materno envuelve la nuez.

Pecho lactante y manantial de río


La materia nace de la caja del misterio.

Se transforma en aldabón del cerebro.

Repica y me mantiene expectante.

¡Piedra que mira por la ventana!

Soy tejido de mimbre en su mano.

A veces los tres somos uno.