sábado, 20 de marzo de 2010

La Yaya Nganga

Buenos días amor, buenos días. 20-3-10


Capítulo IX
La Yaya Nganga

Soy adivina y curandera de la Regla Palo Monte Mayombe, mi alma esta unida a la vida de la Ceiba, el árbol sagrado que formó el eje del mundo cuando las aguas inundaron la tierra. Voy a revelar mi identidad ya que no soy un chamán de señuelo, mi familia ejerce la profesión desde hace más de trescientos años.
Soy hechicera de formación conga y mediadora de la Nganga. Hago servir todos los sistemas que me son dados para adelantarme al tiempo y saber que ha de suceder, ese es mi Nguis y mi trabajo en la vida. Los más usuales son los chabalongos, el vititi mensú, el boroco, el cuerno ojo del devenir y los 21 caracoles y los cantos de los versos del suelo. También puedo ayudarme al montar los muertos para saber que es lo que pasa en el otro mundo y en la cara invisible del este y el oeste. Con mi poder soluciono los problemas humanos bajo el consentimiento de la Nganga .

Entiendo que el sentir religioso de la Regla de Palo Mayombe es el culto a los espíritus de los muertos, a las formas vivientes y a los elementos básicos de la naturaleza, en ella nos encontramos dentro del misterio de la vida.
La faena del ngangulero, el que practica la regla conga, se encuentra dividida constantemente entre las fuerzas benéficas y maléficas, la ascensión a la vida y el descenso a los lugares de la muerte.
Para entender el misterio de la naturaleza recurro a los mpungos y a los espíritus divinos, más concretamente en Nsambi ( Dios ) . Nkunia Sambi es como el sol, nos protege y alimenta a todos por igual: no distingue diferencia alguna. Dios permite todo, dice cosas a los hombres que no oyen jamás, yo si las oigo… los demás ya se apañarán con su sordera…

La gran Ceiba es la representación del cuerpo vivo; Fortuna mundo o Niña linda le dicen con cariño los mayomberos del Caribe. La Ceiba nunca ejerce el mal sobre nosotros, deja caer lágrimas de dolor cuando le roza la maldad. Cuando su corteza llora, el brujo interpreta que se esta haciendo un mal irreparable, que se está haciendo daño al alma de la tierra.
Cuando ocurrió el diluvio universal, fue como Fénix, el único árbol que sobrevivió a la gran inundación. El fue el puntal del cielo, el gran pilar del mundo. Las aguas se paraban antes de tocarla y debajo de su copa se salvaron plantas, hombres y animales; todos los que buscaron refugio en ella fueron salvados de perecer ahogados.
El alma de la Ceiba da la vida y la muerte, en ella está el comienzo y el final. Con su poder se obtiene todos los beneficios del mundo pero hay que pagar un precio por ello, ¡todas las formas vivas lo pagan!

Debajo de la Ceiba han sucedido grandes cosas, la más sorprendente es la de María Kinga, de la cual soy descendiente. María Kinga era la hija de un jefe brujo; en una ocasión, para salvar su vida tuvo que huir en la sombra de un águila que habitaba en la gran Ceiba. En África tiene otro nombre, se le llama Eyandé Laué y tenía los poderes de un Nfumo.


Eyandé Laué nació en una cueva de culebras, se crió con ellas y jugaba como una niña normal juega con muñecas o pajaritos. Cuando fue mayor la cogieron los traficantes negreros y la llevaron a Cuba, allí la vendieron como esclava a Santa Ana del limonar. Al tiempo le llamaron María Kinga y era una virgen pura y reluciente como el sol. El capataz se enamoró de ella pero ella lo rechazó varias veces, al final, ya cansada del acoso huyó al monte. Se cobijó, primero en un horno de cal y se hizo blanca como luz albina, después bajo la gran Ceiba rodeada de alacranes y alimañas, se transformó en corteza, se hizo espino que hiere con sólo verlo. Los perseguidores la descubrieron con los perros, estaba sentada en una rama como una espina más, ¡pero la descubrieron! María Kinga los vio venir y subió a lo más alto, trepó como un babuino y esperó allí arriba. Los perseguidores empezaron a derribar el árbol, de repente la Ceiba empezó a llorar y una sombra en forma de águila se abatió desde ella; María Kinga desapareció para siempre. Se fue volando a su tierra natal donde la esperaban como salvadora de África… ¡no lo consiguió!

– La yaya Nganga calló durante un buen rato, al final afirmó –

La niña Nsasi es como Fénix; la Eyandé Laué reencarnada. ¡quiera Dios que lo consiga!