viernes, 3 de julio de 2009

Susurros en un agujero

Presentes 3-7-09

La Editora Regional de Extremadura acaba de publicarme Susurros en un agujero; gracias les digo con un saludo desde Alcor. Es un libro que nació en un periodo triste, todavía no lo he superado. Fue precisamente esa etapa de melancolía la que ha provocado las acciones de Fénix. Renacer sólo se puede hacer si previamente estas muerto, no puedo decir que yo lo estuviera, pero si que era necesario levantar el ánimo y llenar los ojos con los colores de la aurora, –¡hay que luchar para estar vivo!– Exclamo en las jácaras a Fénix.
Deseo incorporar aquí unas palabras que hacen de introducción en el libro y unos versos, los primeros que aparecen; ¡hoy es un día feliz! Espero que el libro se abra camino entre los sentimientos de las personas, ¡lentamente! Los escultores disfrutamos del tiempo mineral, ¡no hay prisa para llenar el olvido!

Pienso que no hay nada más abierto y creativo que el flujo incesante del pensamiento; dejar segregar su discurso fragmentado es abrir la compuerta de un dique de imágenes que no son otra cosa que descargas de energía, presencias pre-materiales que se formulan en la mente, fuerzas sensibles y pre-inteligentes que construyen sin cesar pensamientos y sentimientos. Son, pienso, la primera fase de la expresión creadora, la parte invisible de la materia que titubea e intenta formularse. Se trata de una realidad física, contingente e interferida que toma forma especial en la experiencia humana. Trazar letras una detrás de otra hasta formar un discurso, golpear una piedra hasta que emane el sentido, distribuir colores que reúnan los matices y vibraciones profundas de las cosas, son producciones de la mente, también del pensar con las manos. Los juicios y valores que conllevan, los cuales describen el estado del alma, son una parte diminuta del potencial que se revela, se muestra en el espacio de la creación. También ahí se expresan los pesares humanos, los momentos gozosos y toman forma física las contingencias que nos regala la experiencia de la vida.

Musitar como el aire

Si el verde de los manzanos se marchita en el corazón.
Si la luz llega hasta la mente a través de los ojos cerrados.
Si la esperanza que vislumbro no puedo compartirla con vosotros.
Si el fondo del pensamiento se ilumina con un suspiro de asombro.
Si la boca sube lentamente a la cima a enterrar susurros.
El desierto puede llenarse de jadeos y de flores de otoño.
Y el fondo del mar puede ser el lecho del olvido.
Una pirámide humeante, el cono de la tierra,
es más pequeña que mis deseos.
Sólo tu velo tembloroso puede colmarlos, ¡así lo espero!

Entre sueño y vigilia pongo en orden cascotes dispersos.
Ripios que se amontonan junto a mí como un Gólgohta de sacrificio.
Hasta allí subes y dejas besos enterrados en el suelo.
El ardor de la tarde me regala tu imagen junto al cielo.
Mi fortuna es renacer cada día, junto a los rayos de sol dejar un verso dormido.
Plantar semillas en la mente, réplica de un jardín florido.
Mi faena es cercenar pensamientos, tararear una canción sin letra.
En mí boca nace el susurro que renuncia a ser vencido,
en mi mano, el impulso que busca en tu audacia la bandera.