miércoles, 18 de noviembre de 2009

Legajo I. IV

Cierro los ojos para estar contigo. 18-11-09


Legajo I. IV


Exhortaciones I


He comprendido las tentaciones humanas.

Son zarandajas que sajan los sentimientos.

Adicciones que cosen perlas a las cajas del deseo.

Ambiciones que desbordan ríos de dolor.

También zapatitos de niño con hebillas de plata.


¡Yo os exhorto, nada tiene sentido!

Llenáis los momentos de sensaciones.

El mando es una ilusión transitoria.

Fruto verde del dolor y el desconsuelo.

La semilla del mal es la corona del sol.


El poder es una enfermedad virulenta.

Nubla la razón y destruye el pensamiento.

Es una profesión necesaria.

Un entretenimiento de alto riesgo.

Entronizarse deslumbra como mis ojos.


Crea la adicción que lleva a la tumba.

Enloquece los más nobles pensamientos.

Son atributos de plomo para las almas nobles.

Sólo se pueden tolerar cinco años.

Después se corrompe el pensamiento.


Antes de infectarse hay que rehabilitarlos.

Devolver el sosiego y afianzarles los pies.

A los adictos al poder hay que aliviarlos.

Llevarlos a los campos, al fondo de la mina.

Que sientan el placer del frío en los tendones.


El dolor permanente metido en los huesos.

¡Que lloren con ánimo al pueblo que tanto aman!


Te saludo y espero; hoy eres vapor en mi mano. 18-11-09


Exhortaciones II


A los envestidos con la gracia en el rostro.

La luz que proyectan les ciega y deslumbra.

Tened cuidado con el sillón que ocupan.

Les hace cambiar al instante, es hipnótico.


El cargo sólo se satisface con la gloria.

El glamour del poder les sube a las nubes.

Les aligera las manos y estira el cuello.

Se ahuecan como sapos y escupen bendiciones.


Saquean los arcones y quedan absueltos.

Su sed es insaciable y llenan los ojos de hambre.

Saben hacerlo bien; han creado la ley a medida.

Se blindan la espalda como armadillos.

En Jersey ocultan las perlas como picazas.


Por eso digo, ¡apresadlos en las plazas!

Que brillen en sus muñecas los grilletes.

En un coche celular lucirán su talla.

A los dos días estarán en la calle.


¡Nunca hay pruebas concluyentes!

Su trabajo está pagado con creces.

No han de ganar más que los bardos.


La luz pública es la justicia del sol.

La dispongo por vosotros.


Si son honrados podrán dormir en paz.

Es justo el pago al servicio que han disfrutado.

Si son ladrones han de comerse lo que han robado.

En platos de arroz con delicias, uno tras otro.

Así hasta colmar su avaricia.


Tesoro activado en un vientre de horror.

Nadie podrá llevarse nada a la tierra.

Allí ni un centavo sirve para nada.

Es señuelo para corsarios de tumbas.


Visitas furtivas por un segundo.

Esas son mis exhortaciones.

En código binario os las dejo.


Son universales como mi ley.

Son palabras que surcan los continentes.

Viajan a la velocidad de la luz.

El invovoz me auxilia y las escribe.

¡Él es inocente como los ríos de trigo!