jueves, 29 de octubre de 2009

II Paso

Mi mano, con las siete piedras forma constelaciones. 29-10-09


II Paso

En el tránsito de los días me he fundido

He perdido las falanges se han extraviado.

Han entrado furtivas en el hueco de tu mano.

Del tronco ya no hay nada, una piel seca.

Memoria en una mancha oscura.


Soy mucho menos que un dibujo borrado.

Una caverna fluorescente, una papelera.

Las piernas son huesos, palos blancos.

Cañas huecas para que sople el viento.

Una postilla disonante.


Los ocupas son los legítimos herederos.

Me habitan pequeñas correderas negras.

Nada queda en la bóveda del pensamiento.

Ahora resplandece la calavera vacante.

Azor el día de todos los santos.


Son músicos callejeros, viven de residuos.

Un palo me golpea, suenan las bataholas.

Una lombriz se desliza trepanando el hueso.

El batir de la lluvia es un salmo enamorado.

¡Perfume de la tierra!


Su indolencia es fruto del dolor y desamparo.

Un vacío húmedo me habita eternamente.

Bosquejo los instantes como las cumbres.

El retumbar de las piedras me entretiene.

Cuento los latidos de uno en uno.


Son flores sin tierra que marchitan rápido.

Desocupado sobre el blanco el bronco vacío.

Lleno sobre lleno el carbón negro de la noche.

Camino en el aire, entre torbellinos me llevan.

Noches que ríen sigilosas.


El patrimonio es fluir apasionado en la vida.

En la nada se disuelve, ¡aliento desatendido!

En la amnesia me he perdido, como siempre.

Los recuerdos, los sentidos, el dolor se ha ido.

Soy como un arcón vacío.


Los aullidos se borran, la materia se salva.

Todos los sentidos me han abandonado.

Soy un balancín que rechina los instantes.

Un piedra sin nombre que rueda por la pendiente.

Su camino no se detiene nunca.