VII Elegía
Todo aparece del color de la ceniza.
El pensamiento se ha enajenado de tristeza.
Soy la senda terminal de la muerte.
En el camino veo como nacen amapolas.
Mis oídos escuchan el timbre de la noche.
Las amadas, seis muy cercanas, están en cinta.
El chamán encima de Alcor ha invocado.
Sus ritos son hoy carne viva en el vientre de las madres.
Silvia, Iolanda, Cecilia, Ana, Mónica.
Sois limo fértil, tamo del río.
En vuestras manos duerme la aurora.
En el vientre las canciones de mañana.
Los hogares se llenarán de alegría.
Ellos son la nueva luz del tiempo.
Ció es alianza permanente.
Anillo que enlaza a los hombres.
El demiurgo no ha fracasado.
Confía el sacrificio a favor de la vida.
¡Todo está bien si termina bien!.
Máxima dolorosa, lecho desconsolado.
Sin brillo, aparece la tristeza entre los ojos.
Cubre la mente como mantos de rocío.
Tras el llanto vendrá la alegría.
El invierno frío comprime el corazón.
Ció se ha hecho piedra circular.
Ha tomado madres prestadas.
Con el sol transpuesto se ha ido.
Se ha encarnado en la tierra fresca.
Aparecen sus versos entre brumas.
Sus ojos serán luces asombrosas.
Hoy me dicen sus voces apagadas.
¡Buenos días amor, buenos días!
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