jueves, 15 de octubre de 2009

III puerta

Las llamas lo purifican todo, también las ideas. 15-10-09

III puerta

I Voz

Me acomodo en el éxodo permanente.
Atravesaré las rocas basálticas
atravesaré
Las esponjosas capas de calcarenitas.
Como un martinete romperé el granito.
También la mantos de arcilla y aceite.

Franquearé las puertas sonoras, fluorescentes.
Las cavernas ahítas de misterio y soledades.
Los órganos subterráneos
entonarán un réquiem eterno.
Perforaré con las uñas los macizos de cuarzo
Y seguro que también las vetas de oro.

Pasaremos veneros de agua menor.
Serán tentaciones livianas serán.
La voluntad es llegar al gran río.
El que pasa por el pórtico
de la ciudad oscura.
Allí pagaré el peaje por haber vivido.

Tras la defunción todo queda redimido.
Los conflictos se
igualan en las balanzas.
Es la vida la que necesita de alabanzas.
De espejos deslumbrantes
y oro fundido.
¡Confusiones permanentes!
De los tránsitos de la muerte y el olvido

Las simas marinas serán mi próximo lecho.
Ahora el viaje es al corazón de la tierra.
El pliegue de las rocas
allí son caricias y viento.
Sentiré sin quemarme el calor que desprende.
Los ríos de lava serán toboganes de ensueño.

En ese espacio abrasador dejaré mi alma.
Donde las mutaciones son danza misteriosa.
Vuelve a ser mi reino,
de luz vuelve a ser reino.
La materia se decanta en crisoles prodigiosos.
Se moldea con la mano del fundidor de los limbos.

Después de incinerarme soy incombustible.
Una cubierta cenizosa de perlita intumescente.
El fuego es como luz
en las manos de un niño.
Soy más inmortal que Aquiles y Sigfrido.
Estoy muerto y vivo con la bitácora en la boca.

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