II Puerta
I Voz
Me dispongo para el éxodo,
para el regreso en el olvido.
Cantaré los salmos al alba,
huesos limpios en la Ballera.
Como tus jácaras, algún día sonaran por los valles.
Vibrarán en los precipicios del Mont Sant.
Con el dedo escribo en el aire con el dedo.
Un canto enamorado que me dictan los neutrinos.
Lo entono entre las ramas,
en el siseo del viento.
Los reflejos de la luna se han apagado.
Allá donde voy se eclipsa
la imagen del mundo.
Las pasiones se desvanecen al instante.
Ya no se disfruta la sencillez de la hierba.
Un licor espeso me atraviesa y hace rodar la pendiente.
Es ácido que me trae el consuelo
de un estado nuevo.
Me emborracha en un danzar caótico.
No disfruto ni sufro sus quemaduras.
Me asombra los procesos de la muerte.
Son creativos como la vida,
son creativos.
Todo es reciclado en la marmita de los milagros.
Se aviva en el crisol del fundidor de los limbos.
Su boca canta mis susurros en el camino.
Son salmos que tejen el sentir
de los hombres.
Como cieno masticado salen de sus entrañas.
Los esparce como estiércol en los campos.
En sus manos el sol se hace oro líquido.
De su mente salen palabras
y jugo liberador.
Los colores luminosos son deslumbrantes.
Me ciñen en neblinas y vapores matutinos.
Me ubico encriptado en el abandono.
Sin pensar nada impulso
el regreso.
Traspaso una a una las siete puertas.
Dejo atrás la segunda, era de verde limo.
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