miércoles, 8 de julio de 2009

Saludo con la mano en alto

La lluvia ha estado poresente. 8-7-09

Saludo con la mano en alto, los dedos entreabiertos y la palma frontal a los rayos del sol. No es el saludo romano, parece mas bien una señal que rompe perpendicularmente el horizonte, un plano de interferencia simbólica que describe los versos del misterio. Quizá sólo es una detección de los primeros rayos del sol, (hoy son filtrados) una señal de encuentro con el padre de la tierra.

En realidad esa es la función inicial, acariciar los rayos del sol cuando pasan entre los dedos. Mis manos son cestos de mimbre y por las grietas se cuelan con facilidad, rebotan, cosquillean y se alejan. Un río de electrones que se vierte en todas las direcciones y pasa entre los ojos como una sinfonía de color. Los tomo y al mismo tiempo los siento pasar, es una caricia leve que me transforma por un instante, ¡tan sólo por un instante!

No vais a creerlo, en la palma de la mano tengo un hueco profundo, recibo la sensación de un pozo interminable. Desde ese lugar (a veces pienso que es imaginario), puedo desprender un calor intenso y absorber los rayos del sol como si se tratara de un agujero negro diminuto. Es justo en el centro, en el lugar que se cruzan la líneas en forma de M. Si no presto atención mis manos se hacen indiferentes pero si las pienso con detalle, son instrumentos que me enlazan al mundo. Con ellas pienso primero, después escribo.
Abro la mano y recibo los dones del sol, ¡cada mañana!

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