miércoles, 8 de julio de 2009

El sueño y la vigilia

El vuelo a Alcor 8-6-09

Subir y bajar de Alcor es estresante, a veces me cuesta sudores, la piel se tensa y la brisa de la mañana resbala como pequeños torbellinos envolventes. Algunas veces relajo la marcha y el temporizador de la cámara me dice que es el momento decisivo. Yo me apresuro, salto como un lince. 61 años y tengo tiempo para jugar…

Normalmente no puedo mirar el sol de frente; hoy es el día de la tristeza. Habitualmente he de cerrar los ojos y caer en el sueño con un soplo leve. Apagar el interruptor de la mente y dejar los sentidos sueltos; cimbran solos como las hojas. No es nada, sólo un instante que ayuda a comprender la dimensión de la eternidad. Hoy apareció el disco como una fruta descansando en el horizonte, rojo apagado, ¡inocente! Ha sido leve, un segundo, las nubes lo cubren todo, es el día de las aguas...

Es un baño misterioso que abre los poros de la piel, la cual recibe el calor radiante de las estrellas y produce un sopor que hipnotiza. Con su canto nos arrulla, nos deja extasiados, dormidos como niños en los brazos de la madre. Es tal su poder sedante que necesitamos la mitad de la vida para entregarla al sueño. Espacio de libertades, tiempo para viajar sueltos por los prados minerales, por los campos del sosiego; lecho sensual de emisiones permanentes. Ahí se mecen los cantos del sol y se quedan disueltos sus efectos; turbulencias efímeras en las reacciones electroquímicas del sistema central.

¡He tenido un sueño más real que la vigilia!

No hay comentarios: