martes, 7 de julio de 2009

Dardos, hijos del origen

Movimiento cruzado 7-7-09

Si hablamos de la percepción de la luz y el color según el paradigma de la física actual, se crea una situación sorprendente, un discurso increible. ¿Cómo es posible, no es cierto el mundo que veo, ese manto lleno de matices y colores vivos es un efecto mental...?

El color no existe, es una creación de mi mente, es el efecto que crean las ondas electromagnéticas sobre mi retina y la lectura que posteriormente hace el cerebro en la corteza visual, en la parte opuesta a los ojos, "un cuarto oscuro con la pantalla de la figuración". No es de extrañar que algunos vean por la nuca y que la educación del color sea tan complicada. La luz esta formada por "ondas que actúan como dardos finos que culebrean en el espacio" y al impactar contra las cosas algunas de estas ondas- dardo son rechazadas (las que no son absorbidas) y al hacerlo "iluminan y colorean" aquello que vemos...

Un movimiento cruzado de los brazos desplaza estos “dardos, hijos de la inflación cósmica” y, con intención, a veces con un solo dedo los deja caer a la tierra. No puede hacerse otra cosa, somos seres en tránsito, movidos por una energía que viaja a velocidades increíbles, ¿hoy es espejo que se complace en pensarse?
Tomo de la tierra aquello que dejo ir como vapor en el aire, lo elevo hacia arriba en los caminos del cielo, esta es la acción de todos los seres vivos.

La vida crea vida y con este gesto sencillo se toma partido por ella… sólo es eso, ¡tampoco podemos hacer otra cosa! La vida pasa por nosotros sin pedir permiso, somos atravesados por ella hasta que el tiempo mineral nos acoge en su seno una y otra vez en un a rueda imparable. En realidad, nuestro tiempo es hijo de los pámpanos del sol y nuestros recuerdos son descargas diminutas que se gravan en una isla sin nombre; así nos hemos formado en una aventura cruzada con otras formas de vida.

¡sólo somos recuerdos mientras podemos recordar!


Enterrador

Me
duele no poder
ocultar el gemido y la plegaria
en una urna adormecida de bronce y barro.
Lamento no expresaros todas mis humillaciones
para que resuenen claras, limpias como campanas;
certidumbres con raigones entre las piedras huecas.
Soy escultor de los guijarros del silencio, ¡sólo eso!
Arrojo palabras contenidas que rebotan en el cielo,
presentan una mueca dura, una sonrisa simulada;
testamento sin atributos en la otra cara del mundo.
Aún así estoy conforme con ésta quimera diminuta
que me tiene sitiado entre una multitud de sabios.
Soy enterrador furtivo de pensamientos recocidos,
esclavo de las palabras encadenadas como perlas.
Soy nido de confusión que duerme sin esperanza.
Soy un hombre cansado y forastero para siempre.
Soy un desterrado de la tierra con los huesos rotos.
En el diminuto templo que ayer construí en la Comella,
pronto seré un cráneo mondo que responderá todas las preguntas.

No hay comentarios: