domingo, 5 de julio de 2009

Fénix en la mirada

Como el duende de Maxwell: los detengo o los dejo pasar 6-7-09

Una de las propuestas en las acciones de Fénix es el de buscar y exponer un cambio en la mirada sobre el hecho de renacer. Sin duda que el tema es conflictivo, ¡irresoluble! Todavía hay millones de personas que disfrutan los beneficios del paraíso y en la vida tienen los ojos puestos en un paisaje de bienaventuranza. Pienso que en temas espirituales es conveniente que cada persona encuentre la manera de mitigar el dolor y la incertidumbre.

El ser religioso se ha de revelar en la vida en contacto con los secretos del mundo. Nos tenemos que forjar y revelarnos en la observación de la naturaleza; para nada sirve “evangelizar” los sentimientos. Cada persona tendría que encontrar la manera de unirse al mundo por sus propios medios, saber enlazarse con las fuentes del misterio y ahuyentar los miedos con su propia experiencia. Así lo pienso, pero... yo que puedo decir sobre el asunto…¡soy menos que un grano de mijo!

Bajo la luz de nuestra época de ninguna manera puede haber renacimiento en el sentido clásico, sólo puede darse la transformación y el cambio en el desarrollo natural de los procesos físicos. Tras la muerte no hay otra vida, de otra manera, en otro lugar, hay el regreso a la materia originaria, la luz radiante del gemido de la creación. ¡Nada más! La materia que nos configura, la energía que nos alimenta vuelve allí donde vino. Mejor dicho, ella no se movió ni un paso, realizó un acto singular organizándose en seres vivos. Los humanos nos observamos como algo singular, con capacidad para soñar, pensar y crear hipótesis, con todo ello nos mantenemos permanentemente vigilantes.
Todos los seres son reciclables en la factoría de la vida, pero nada es igual bajo las lonas del cielo; cada instante es único y a su vez eterno y sus recuerdos quedan en el surco del camino, trazos imprecisos que se borran lentamente, ¡se devienen en nada!

Sin duda las acciones de fénix comportan una experiencia extraordinaria en el modelado de mi percepción, de mi conducta, pero el valor de la práctica muere conmigo, nada queda tras la muerte. Puedo afirmar que no puedo dejar en herencia mis experiencias ni los sentimientos vividos, lo que queda tiene un valor testimonial, nada más que eso. Para que quede algo se ha de doblegar la flecha del tiempo y dirigirla sobre si misma, repetir el acto eternamente para hacer que la recreación nos proporcione la sensación de que todo vuelve al mismo lugar una y otra vez, pero es una representación simbólica el tiempo no gira sobre si mismo.
Otra cosa es el “espíritu” humano, sus mecanismos psíquicos. Es una quimera permanente que no se agota de ningún modo. Tras una afirmación reverbera otra y otra, tras una pregunta centellea una y otra y no se acaba nunca. No hay solución, nuestro cerebro está creado para ser una alambique de creación permanente, se revela en las nuevas observaciones, disfruta en la hipótesis, se aburre con lo ya sabido, se marchita en los caminos transitados. Así que lo que yo diga hoy, mañana tendrá que ser modificado, corregido, negado, afirmado y desmentido, es una condición de nuestra naturaleza…

Renacer sólo es posible en los procesos colectivos, en los cambios de estado, en las transformaciones radicales de conducta y de pensamiento. Previamente a la experiencia se tiene que vivir la sensación de ocaso y ha de darse una circunstancia reveladora que haga de iniciación y frontera del cambio. Renacer también está unido al deseo, a la necesidad, al valor y, especialmente, al descubrir la puerta sinuosa de la nueva etapa.

¡El renacer nos viene al encuentro…!

Deseo tomar una ablución de leptones, un baño de hadrones al inicio del día, una ducha de neutrinos mientras duermo y sueño en los vacíos inusitados de la materia, ¡pletóricamente vacíos!
Cada día lo hacemos todos para renacer, respiramos restos congelados del nacimiento del mundo. Lo singular es degustar esta relación con las estrellas lejanas y conducirlas por el cuerpo como un riego interior, como un bálsamo cruzado que predispone el espíritu a una comunión con la realidad estética.

En física el misterio se revela en la ruptura de las simetrías simples, en el enfriamiento progresivo de la singularidad. El alejamiento de la fase inicial nos aproxima a la aventura humana... Sólo aquí y ahora es nuestro momento...

Prensarlo y sentirlo es renacer…¿?

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