III voz (El invovoz. No sé porqué razón hoy le ha entrado la pájara de rimar los versos)
Te he dado el lecho eterno con mis danzas.
Con los molinetes y los palitos del devenir.
Orientado quedas en la senda y la esperanza.
Donde se abaten los siglos, los días al venir.
No tiene pérdida, todo derecho sin pausa.
Hasta el límite. camina marcial y alumbra.
Es mi voz la que no responde y descansa.
Son mis pies los que te llevan a la tumba
Marchas en el crepúsculo hacia poniente.
Eres hálito de los nacidos del sol exhalado.
Resuello mineral que activa las simientes.
Corriente que nos trae el rostro enamorado
La vida termina entre el aliento y el marro.
Son los radicales libres, martillo que devora.
Dicen que duermen en los jugos del barro.
Para renacer como las flores en la aurora.
Tu boca fue la puerta alegre del suspiro.
Tu voz ha volado como dientes de león.
Rápido en el aire te devienes confundido.
Tu aliento es vestigio que huele a panteón.
Tu alma era de aliento vivo ahora es limo.
Ahora yo te llevo entre viento y llamaradas.
El trayecto es prolongado y no hay camino.
Hoy te escucho con el corte de las uñaras.
Anhelo, como una flor que se ha vestido.
Tierra fértil que acuna el pálpito de vivir.
Sólo en la materia permaneces dormido.
Mueves los hilos, los palitos del devenir.
Mi voz es salmo doloroso y permanente
A veces golpeo sin piedad con el martillo
Tienes que estar atento y mirarme ausente.
Pues tu puedes subyugar del reflejo el brillo.
Si eso ocurriera no te preocupes, yo te llevo.
Te enviaré la luz absorbente del especulo.
Nada hay más nutricio que su punto ciego.
Son hogazas de pan abrasadas por el suelo.
Su luz alcanza hasta el límite del universo.
Donde se aloja y sonríe la energía oscura.
Lugar donde vive de la sombra el anverso.
Y el rostro del limbo cambia con ternura.
Encontrarás abiertas las puertas laterales.
Más el deseo irresistible de renacer brusco.
Llenará tu boca exhausta de jaleas boreales.
Y tu cuerpo del vigor enamorado y absoluto.
El desafío de inundar el cielo con aplausos.
Te causará una lascivia germinal ilimitada.
Que colmará de placer todos los impulsos.
Y llenará los lagares de verbena enamorada.
Después de las convulsiones sementales.
Con las caricias percutidas en las ancas.
Vendrá la secreción de pepitas genitales.
Y el dominio que descargan las palancas.
Te desharás del sortilegio con un suspiro.
Una erección súbita creará el firme suelo.
Dejando el pene medio muerto y dormido.
Con la eyección de semillas por el cielo.
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