II Voz (El sol)
No te resistas en el dolor y descansa.
Ve ligero como el polen en volandas.
Coge mi mano,
es fuente de carbono.
Hierro y diferentes minerales fundidos.
No te resistas en este lado del mundo.
Mis pies andarán tus forzados caminos.
Mi voz cantará tus salmos en los días tristes.
Mis ojos tienen tu luz,
la he tomado del alba.
Encima de Alcor hoy bailaré tus danzas.
Tú me enseñaste y ahuyentaré las tinieblas.
Tranquiliza el ánimo y ahora ve con él.
Siente en el pecho el vacío del mundo.
Empieza a vibrar
con el zumbido de la avispa.
Viste tu cuerpo con los mantos de escarcha.
Tu aliento ya es aire en el aire que yo respiro.
La tierra te recibe como un manjar exquisito.
Te esperaba sin prisa, con la calma de los sabios.
Tomarás atajos como
“el agüita amarilla”.
Mañana serás rocío que yo beberé al instante.
El gran viaje es estelar, ¡no volveremos a vernos!
Tranquiliza el ánimo,
ve con el gondolero.
No temas nada y pasa con él la primera puerta.
Mira el cálido resplandor de poniente.
Ahora duermes
en el límite del mundo.
Te alejas con las estrellas más distantes.
Tus ojos ya son sombras en la noche.
Los míos resplandecen en la aurora.
Cogidos de la mano
vamos eternamente.
Tu en la sombra, yo en la luz crepuscular.
Nos turnamos en la vida y en la muerte.
Formamos la rueda de los enlaces celestes.
La balanza que evalúa el peso de los suspiros.
El sueño y la vigilia
está en nuestras manos.
El agua de los manantiales, los cantos del río.
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