La materia del cuerpo continúa su periplo sin saber nada de lo que ha pasado, sólo el C12 y el C14 dejarán unas trazas claras del momento de morir al dejar de incorporar carbono al sistema, esa es una señal clara del cambio. Es un periodo más o menos largo de transformación ya que la muerte se deviene en vida y todos los nutrientes son reciclados en la cadena de los sucesos.
A ese periodo le llamo el ciclo C 12. que es el nombre del ritual y me permite tratar sobre la belleza y la regularidad del átomo de Carbono 12. Seis protones y seis neutrones danzan en el corazón del carbono cada vez que respiran los seres vivos. Seis son los palitos de milenrama que lanza el invovoz para averiguar los senderos del devenir. También para extasiarse con las simetrías fundamentales que presenta el latido de la materia.
¡Es un hecho apasionante que no podemos ver pero nos hace vivir!
La solución fue fácil. 22-9-09
Podemos firmar que la muerte es un estado permanente en un sistema, todo se está reformulando, recreando y feneciendo. El momento de la muerte no es un instante, la parada del corazón no determina otra cosa que el inicio de un proceso irreversible. La falta de actividad cerebral nos dice que la comunicación se ha paralizado y todo el gobierno del organismo ha dejado de funcionar. Es irreversible como todos los acontecimientos lo son. Todo el sistema entra en el gran colapso pero individualmente cada célula sigue trayectorias diferentes, algunas viven y experimenta su independencia, otras tienen posibilidades de evoluciones sorprendentes.
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