lunes, 13 de julio de 2009

Alcor me cambia de lugar.

Alcor contiene la palabra justa. 13-7-09

Alcor tiene el sueño pesado de los mármoles puros, no dice nada y en su no decir habla palabras de plomo, las deja en el aire con la autoridad que le otorga su pertenencia al origen, ¡sin duda es el lugar de encuentro! Está centrado y su presencia no desprende duda alguna, nunca hay en él una ápice de incertidumbre y su gravedad no confunde. En su interior duerme una señal inaudible, la que no ha sido pronunciada nunca, la que contiene la firmeza y el tono justo de cada día.

Subo a la piedra y abandono el territorio de la existencia común; el primer plano de lo comprensible ha quedado atrás, el espacio de las complicidades ha desaparecido, ahora se abre el espacio de la realidad de las partículas donde todo es ajeno al sentido común. La piedra me traslada a otro lugar, me transborda al escenario de lo probable, donde el tiempo es reversible y las leyes de la razón desaparecen. Mis ideas me acompañan, vienen conmigo allá donde yo vaya, ¡es una cuestión innegociable!
Ahora todo es diferente, aquí arriba todo es incomparable, estoy abierto a las contingencias misteriosas y puedo llegar a lo inalcanzable con la punta de los dedos. Al ponerme alzado ocupo su lugar, me dimensiono físicamente, me cuelo entre sus mecanismos internos: ¡soy un haz de partículas interferidas que percibe y destila los recuerdos! Así eternizo el juego cada mañana; es el momento de renacer, de luchar para estar vivo. El diálogo se establece en condiciones equilibradas, ahora no le temo, soy una idea que toma la iniciativa y puede luchar con argumentos, nada hay más fuerte que las convicciones y en ellas me soporto, firme sobre el imperturbable pedestal de piedra.

Le digo al despuntar el alba. –Mi voluntad configura mi gobierno, se que puedo abrir y cerrar los ojos, y con ello darle sentido al palpitar del mundo. Levanto el brazo para acariciar los rayos luminosos que tu desprendes, para alimentarme de la luz del amanecer y, también, para marcar una señal pequeña, una interferencia insignificante ante los confines del universo. ¡Mi voluntad es mi gobierno!–
Soy consciente de la repercusiones de la palabra; cada individuo con su voluntad y su gobierno haría un mundo sin gobierno posible. Es un gesto interior, un perfume en la mirada, ¡hay que dar al cesar…!

La luz golpea la palma de la mano de manera imperceptible. Como un tambor percute la piel, resuena con un ritmo jubiloso; me llena de asombro y a veces tiemblo sin querer. La noto como tintinea por las arterias, son cascabeles diminutos, inaudibles, pero percibo como una señal sin forma llega hasta mi, ¡es un eco lejano que me alcanza el corazón! Los ojos se inundan, el cielo se llena de perlas diminutas, mi garganta se ha bloqueado, no puedo pasar saliva, –me digo–, Que espectáculo tan soberbio, estoy llorando y no siento dolor alguno, por el contrario, siento un placer indescriptible.

Justo en el centro de la mano tengo una cavidad incomprensible, cinco dedos y una huella que describe el pasado más remoto; quizá es el mapa de la vida comprimido y oscuro. Ahora está siendo perforada por flechas diminutas, al instante noto el vacío, es una llaga histórica que no se cierra nunca, una herencia imborrable que me dejó mi padre copiada de las del suyo...

Mis manos reumáticas son mi tesoro estimado, son duras, diestras, fuertes y envejecen rápidamente. ¡la izquierda luce una herida con el pulgar tronzado…!

En ello vamos todos juntos...

Hace días que no hablo con Paco, un camionero que tiene las manos uncidas con piel de elefante, alto, fuerte, incansable; ¡también le acompaña el infortunio!

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