viernes, 9 de octubre de 2009

Versículo III

¡Buenos días amor, buenos días! 9-10-09

Los cambios

Nada es como era en el trajín del sol.

Ni un suspiro conservo de consuelo.

No guardo aliento en los pulmones.

Ni lágrimas de dolor en los ojos.


Soy como un pozo insondable y seco.

Si tiran una piedra nunca toca el fondo.

Un silbido permanente será su descenso

Soy alberca que absorbe los cambios.


Quedo prendido entre las hojas verdes.

Tallos tiernos que mueren de añoranza.

Mis pupilas son ventanas extrañadas.

Abiertas han quedado, son astros en la noche.


La palidez de mi piel mimetiza los lirios.

Máscara del teatro del nö, La Dama Tomoe

La rigidez de mi cuerpo es como roca dura.

La amnesia ha hecho su hogar en mi mente.


La flacidez son mis manos de espuma.

Una bolsa de plástico que hiende el mar.

Flagelo que se desliza entre las aguas oscuras.

Mis párpados han caído como telones de acero.


Se mueve libre el pelo se mueve libre.

Como algas en las corrientes marinas.

En el olvido es olor que se desprende.

Poco a poco vuelvo al lugar de origen.


Un río tenebroso segrega mi entrañas.

Es un vertedero que lo fermenta todo.

Un terrón de hielo que se descompone,

¡se desfigura y extravía lentamente!


La piel se reseca, es pellejo de serpiente.

Traslúcida y débil la exhorta el aire

Se cuartea y deja huecos tenebrosos.

Entre la piedras quedan mis andrajos.


Los colores son la paleta del suplicio.

El olor indescriptible, ya no lo siento.

Los ácidos devoran y maceran la carne.

La vida emerge lentamente como el limo.


Mis uñas siguen vivas, crecen sin cesar,

El pelo se expande sobre el suelo como hierba.

Una alfombra misteriosa sale de mi tumba.

Una zoología increíble habitan mis costillas.


Las órbitas de los ojos son puertas abiertas.

Aunque quisiera no tengo párpados para cerrarlas.

Por ellas entran y salen correderas negras.

Mi cuello ha caído hacia atrás mi cuello.


Se han separado las vértebras una a una.

Un rosario roto que siembra el invovoz.

La boca carcajea sin cesar y mira absorta.

Una mueca involuntaria dejo en libertad.


En los seísmos los dientes castañean.

Divertidos zumban un canto salsero.

Los huesos bailan como marionetas.

Se separan y quiebran con crujidos secos.


Poco a poco se hacen pan dulce en los trigales.

El agua los deja varados y limpios los deja.

El viento los siembra como polvo estelar.

Mi descanso es dulce entre viñas verdes.

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