II Testamento
Legajo II. I
Presta atención dulzaina nacida de la luz.
Soy el pájaro luminoso que planea tu ciudad.
Vivo entre los rayos radiantes de tus ojos.
Hoy, tan distante, aquí te alumbro y animo.
Como una capoeira hay que danzar cada día.
¡Hay que luchar para estar vivo!
Mi hijo sigue el rastro y hace voltear la aurora.
Cada mañana siembra los campos sin querer.
Todo lo he visto y estoy comprometido.
Soy fermento en el proceso de la vida.
En todo estoy implicado sin voluntad.
Mi decisión no cuenta en los asuntos.
Cada día os doy de comer y cálidos besos.
Excito la tierra y los campos de trigo.
Fermento los lagares día y noche.
Con viento templado hago brotar la vida.
El universo es inabarcable el universo.
Como mi luz se expande, así es mi voz.
En mi boca se contrae un canto infinito.
Disuelvo las estrellas en mi estómago.
Es un ingesta cósmica implacable.
Preparad las escudillas, os daré de comer.
Una y otra vez hasta el fin de los tiempos.
Mis ácidos maceran todos los pecados.
Escuchad el canto del alba como ríe.
Sólo habla una vez cada día, después llora.
¡Crear es mi nombre, soy el hacedor!
Mi testamento está escrito en los albores.
Como las plantas gimen los coitos aéreos. 21-11-09
Canto a la madre
Dulzaina
¡Ay si, ay si!
que te espero
Traspuesto en sal fascinado
Dormido entre los senderos
Soy niño de pecho alado
Tu rostro enmudece y danza
Afrodita, sierva sagrada
Eres dulzaina que silva y canta
Entre los montes del miedo
Tus manos hoy son de fuego
Tus senos nos amamantan
Caldera que funde el vidrio
Mil voces que a coro cantan
Para mecernos
¡Entre cunanas!
¡Ay si, ay si!
como niños de pecho
Tu rostro enmudece y calla
Sentada encima del lecho
Dejas libre aliento del alma
Tu pasado siempre maltrecho
Letargo terminal de la batalla
Mis ojos moldean el techo
Afrodita, invovoz del alba
Chirimia de los mil vientos
Eres hija añil de mañana
Con las manos en la cintura
Siembras mijo y esperanza
¡Ay si, ay si!
Tu rostro enmudece y calla
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