miércoles, 16 de septiembre de 2009

La mente delirante, otra vez

Sembrar en el límite. 16-9-09

Delante de los ojos ya no tengo nada, tampoco tengo ojos para ver, soy el fundidor de los limbos y percibo como todo está calcinado y extinguido. En todas las direcciones es igual, mejor dicho, no hay direcciones porque no hay referentes, es un universo comprimido al infinito que no tiene espacio ni para una partícula elemental.
¡Aquí sólo habita la soledad de mi pensamiento y la nada!

He de bostezar otra vez, hacer que los ejes se inviertan, las poleas empiecen a mover el reloj de los espejos reversibles y las levaduras fermenten el pan de nuevo. ¡Era mucho más divertido cuando las estrellas estallaban en el cielo!


Tú serás la madre. 16-9-09

Las imágenes que genera nuestro cerebro son, posiblemente, un recurso para no caer en el abismo, para evitar el espasmo que produce una idea blanca sobre una pantalla blanca. Un grito en el vacío devorado por sí mismo. Un lugar donde el sonido no puede proyectarse, donde no existen muros para recoger nuestra sombra, ¡sólo un pozo insondable! La mente inactiva es una escenario sin actores que espera a un público que jamás asistirá al espectáculo.
La nada es lo contrario del ser. Es normal protegerse contra la nada; la vida ha luchado mucho para llegar hasta aquí, ahora se resiste a regresar…

La nada es un espacio añorado por los yoguis, por los que buscan la “realidad total”, una revelación entre las piedras rodantes. Es posible que sea una quimera como las otras, otra construcción mental. Los que indagan en la anulación de la conciencia, en la abolición del ego para fundirse con el yo eterno, añoran la “actividad pasiva de los cantos de río”. Desean depositar los efectos de la mente en una acción totalmente inactiva pero engranada en el pulso indeleble del mundo.

Es otra ilusión más, ¡ no tiene solución! Para qué hacer crecer el deseo de un trabajo inútil si todo en el universo se consume sin finalidad, la utilidad es casual y causal. Si se piensa que todo el universo está danzando en un gesto sin cometido, nuestra vida también lo está. El camino es el resultado y el objetivo, el final es totalmente anodino…

Pero no perdamos el norte y el eje del discurso, el final cuenta para nosotros y cuenta mucho. La muerte es un lugar despreciable para los que aman este lugar de la vida, para los que no ven otro cielo que este azul que baña los ojos, y otra realidad que el color que desprende las auroras. Encima de Alcor tiemblo de emoción al pensar las cosas que él ha visto, ha pensado y experimentado.
Las orbitas de su reflexión son ahora minúsculas, son anillos diminutos que se replican en el cielo para hacer girar los eventos. En ellas quiero viajar un segundo, cabalgo en los palitos de milenrama, la flor de pluma, y puedo formar palabras en el aire como las moldeo en el fondo oscuro del pensamiento…

Fénix divaga en los extremos den universo, todo él es un gesto inútil, una obra de dimensiones colosales que se deviene en polvo, pero de su inutilidad fermentan y hacen florecer los salmos. Mira el fondo oscuro del límite y se asombra, se llena de emoción por un instante. Se acerca lentamente y gira la cabeza para mirar con un solo ojo que es ciego; lleno de incertidumbre procede a no ver, es su manera de hacer caminos en el cielo.
Toma siete piedras, jira el cuerpo sobre si y las lanza al vacío, espera una solución de los ligeros engranajes del azar.
Toma seis palitos de milenrama y también los lanza al desocupado abismo, espera una lectura de la nada.
Abre la boca y deja ir un lamento sobre aquel fondo lúgubre y haragán; mounmm, mounmm, mounmm.

Algo resuena como una campanita de plata, son los salmos que nacen de la energía oscura, los cantos que describen los paisajes que no ha vivido pero ha experimentado en el último átomo de su mente.