viernes, 11 de diciembre de 2009

B. Obama Fénix en la Comella

Siete alegatos en el limbo. 11-12-09

IV Testamento. Legajo IV. II
Al Presidente de los Estados Unidos

Alegato IV


Escucha el retumbo de los limbos.
Tú que eres de rostro oscuro.
Hoy eres el príncipe de la luz.
El que renace en la Comella.
Todos estamos iluminando tu senda.
Tienes que leer bien los signos.

Esta crisis podría ser el maná del cielo.
Dejarnos sosegados en la firmeza.
Detener el ímpetu de la ilusión fatal.
Abrir en la mente la puerta de la razón perdida.
Hay que gobernar la tierra, ¡es de todos!
¡Es un jardín permanente que nace y muere!

¡Atiende el clamor del cronista del alba!

–Golpearé con el cuerno de un patriota.
Los santos lugares, las santas tumbas.
Haré dulces con las reliquias de los mártires.
Con las espadas y panteones de los héroes.
Con las banderas haré pañuelos para los niños.
Pañales para las parteras.

Ruinas con los estadios del atontamiento.
Con ellas haré ladrillos y los hogares del pan.
No gastéis energía espiritual en el juego.
Es un negocio basado en la identidad.
Es un combate simulado que hiere la mente.
¡El sol alimenta a todos los nacidos!
Yo os digo con voz temblorosa.

!No hay campos de honor redimido!

Sólo dejaré indemnes las bibliotecas.
Los santuarios del saber y la memoria.
Los espacios de reflexión consensuada.
Las escuelas agnósticas, la ciencia Noética.
Las urnas del saber y la incertidumbre.
Los pozos del dolor con el testamento escrito.

Haré hitos de bronce y verso.
Campanas con la mente de los sabios.
Sus voces ondularán los valles.
Vestirán los pensamientos de dignidad.
!No hay campos del honor,
siempre quedan los vencidos!

Presidente, ¡Señor del poder!
Será mejor que tengas la mano del viento.
No levantes polvareda y actúa sigiloso.
Ten cuidado, son más de los visibles.
Son una nube que se expande cada día.
Muchos más que los pillos encarcelados.
Su astucia les hace inmunes.

-----------------¡Ante la ley, inocentes!

Seremos vencidos con sufrimiento.
Apilados en pudrideros sin mortaja.
Una y otra vez apilados, ¡envilecidos!
Seguro que volverán las lagrimas.
Las piernas renqueantes, las manos ateridas.
¡Los niños sin pan, los ojos perdidos!

Soy el cronista del alba y canto.
El que ahuyenta las tiniebla y declara:
¡Buenos días amor, amor buenos días!
Este es hoy el alegato que te dejo.
Estoy contigo noche y día.
Tú eres custodio permanente.–

Escucha el clamor recóndito...
¡Los salmos del cronista del alba!