lunes, 10 de agosto de 2009

Otras miradas

Tus cenizas lanzo al aire; siembro la tierra. 10-8-09

Hace unas semanas pasé a bronce dos de las cornaleras, ahora son esculturas y no sirven para ahuyentar las tinieblas. Retienen información y emociona verlas en un material perenne, pero he de confesar una traición a la pieza original. La que hago servir cada mañana tiene carcoma y cuando la elevo deja caer pequeñas partículas que me entran por los ojos y la boca, ¡ me hacen toser! La de bronce es otra cosa, es una idea que pertenecerá al devenir de Fénix, pero inútil en los procesos diarios.

¡Es una idea y presenta otra realidad!

Tomo del suelo un puñado de tierra, hierba descompuesta y piedras calizas, son las cenizas de mi padre; huesos que lanzo al viento, las esparzo como semillas de trigo. Es una metáfora que presenta otra realidad…

Vuelvo al lugar del agua afectada, “infectada” la que contiene simbólicamente parte de aquello que se desea que contenga. Aunque continúa siendo agua, los ojos del pensamiento la ven de otra manera, ¡es inevitable! La inclinación en el imaginario personal no se puede separar del peso y la gravedad de su memoria. El componente misterioso, asombroso y terrible transmuta la sustancia y esta surge del deseo de poseer o sacar un beneficio espiritual, un sosiego intelectual de aquello que representa. El “objeto” nos pertenece y le pertenecemos, es parte ineludible de las creencias que se proyectan sobre el mundo, y por lo tanto, del modelo de realidad.

La sustancia física: si en el trozo de hielo le ponemos un edulcorante, o un colorante fácilmente volátil, veremos al instante cómo el contenido de la forma cambia la mirada, le daremos otro valor, es comestible, indigesto, bueno, malo, horrible…

Físico-conceptual: si se trata de la orina, el sudor u otras sustancias de una estrella mediática: deportista, político, artista, científico, sabio, etc. que sea o no motivo de admiración, el objeto helado es parte de la persona que la ha producido y el agua deja de serlo, aunque los componentes materiales, físicos, lo sean casi en su totalidad.

En estos ejemplos el cubito de hielo tiene un significado especial, la sustancia es dada por su historia y esta es más importante que el agua y que las posibles transformaciones formales. Siempre que sean recuperables las cualidades y la totalidad del agua no peligra el contenido subyacente. El material es prácticamente el mismo, pero lo que sabemos de él nos transforma la visión de las cosas.

La mutación de la materia se observa especialmente en las obras de arte, así es con todas las implicaciones y explicaciones que eso comporta. Un ventoseo de la estrella del momento es una perla en el jergón, una pieza de colección para excelentes museos…

La excepción formal: el cubito de hielo es trabajado por un conocido artista. Le damos a Antonio López García para que haga una escultura en miniatura. La realiza y la conservamos en una pequeña cámara frigorífica de cristal transparente. (El ingenio, el artefacto) En este caso el cubito ha desaparecido y en su lugar hay una escultura de hielo: por ejemplo, la representación yaciente de Abelardo y Eloisa…

¡los amantes desdichados!

!Oh, capitán!, mi capirán!, levántate y escucha las campanas. (W. Whitman)
Ha muerto Dani Jarque, capitán del español, 26 años, ahora corre tras las esferas del cielo...