domingo, 29 de noviembre de 2009

Legajo II. VII

Las lluvias plácidas me acompañan. 29-11-09

Legajo II. VII

Queridos, os dejo mi condición mortal.
No quedéis cegados por el hueco de la farsa.
Tenéis un cuerpo débil, un pensamiento prestado.
No sois halcones para bajar la montaña en vuelo.

No tenéis ventosas en las manos para trepar el cristal.
No sois partículas para trazar giros imposibles.
No estáis más allá de la leyes de la gravedad.
Solo yo puedo hacerlo y estoy muerto.

Pobres muchachos, les han robado la vida.
Les han llevado al sacrificio, ¡les han llevado!
Inútil, toda inmolación es inútil. ¡Pensadlo bien!
No hay lúcida desesperación, hay engaño.

¡No hay nada claro bajo las cimbras del cielo!
Todo es un sueño de dolor henchido.
No hay causa que merezca vuestros días.
Sólo la vida implanta su ley sobre la muerte.

No os canséis de vivir este sueño.
Es un suspiro regalado que se extingue.
Cuando se pierde no hay vuelta atrás.
No hay resurrección de los muertos.

Ni paraísos con premios dulces.
Sólo yo puedo renacer en los colores del alba.
Pero no soy eterno, mi viaje tiene fin.
Estoy cansado y espero mi destino.

Si crece en vuestro corazón el hastío.
Si el absurdo tiñe la piel de las manzanas.
Si cubre de sombras las horas y los días.
Pensad en mí, yo relato mi viaje y me emociono.

Canto los salmos y soy una voz sin cuerpo.
Estoy desterrado en los limbos y busco el regreso.
Nada hay que me asista en esta hora.
¡Es el día de mi concepción libre!